martes, diciembre 15, 2009

Adelgazar comiendo más - Respuesta a Etna

Referente a lo publicado en La palabra al vuelo.

Considero una retórica bastante burda el pretender fomentar el transporte público a través de la creación de más vialidades exclusivas para transporte privado. Es como querer bajar de peso comiendo más.

Creo que el principal problema tiene tintes matemáticos, aspiracionales e ideológicos. Explico. Matemáticos porque en este asunto se ve la influencia de un factor importante de nuestra cultura que afecta, directa o indirectamente, todos los ámbitos de nuestra vida: la gestión. Recordemos que toda licitación conlleva un beneficio económico para quien brinde los "servicios" de gestión, el cual pagan los entes privados a los funcionarios públicos por la asignación de las obras. Y se cobra en porcentajes -es vox populi que con el PAN la tarifa subió a 15 por ciento del total asignado-, por lo tanto, una obra de miles de millones le dejaría una ganancia nada despreciable en tiempos preelectorales a Marcelo y su equipo. Y es aquí donde entra la parte aspiracional, porque está muy claro que Ebrard quiere ser presidente de México y, si tiene dinero que lo respalde para hacer una campaña intensa, sin duda será el candidato del PRD.

Dejando de lado toda la marrullería política de México entero, quizá el problema más relevante es el ideológico. La movilidad de la capital del país sólo se solucionará cuando el 30 por ciento de la gente se mueva en bicicleta, y para ello se requiere una verdadera red de vialidades exclusivas para este medio de transporte. De nada sirve tener una de las ciclopistas más extensas del mundo si ésta corre por una sola avenida.

Para lograr lo anterior -y que me disculpen los dependientes y amantes del carro- se requiere forzosamente tomar un carril en decenas de calles para que los ciclistas se trasladen con seguridad.

Incluso voy un poco más allá, porque sin duda nuestros políticos tienen la mirada muy corta, creen que lo que vemos es lo único que hay. ¿Por qué no pensar en un medio de transporte distinto a lo que conocemos, que sea seguro, cómodo, nada contaminante, individual, más barato que el automóvil y que te lleve a donde quieras? Quizá se lee imposible de lograr, pero ya existe, se llama Personal Rapid Transit (PRT) y se ha venido desarrollando desde hace cuarenta años.

En Abu Dhabi, por ejemplo, están construyendo Masdar, una ciudad con cero emisiones contaminantes que contempla la desaparición del automóvil como medio de transporte interno y, como sustituto, está en marcha el desarrollo de un sistema elevado de PRT que abarcará todas las calles de la ciudad para la movilidad de la gente y las mercancías, dejando así el espacio público a nivel de piso libre para peatones, ciclistas y áreas verdes.

Mientras nosotros discutimos cómo quedarnos atorados en el pasado, el mundo que está invirtiendo en ciencia y tecnología le da forma al futuro. Así funciona en México. Las ideas ilógicas son nuestras ideas, queremos adelgazar comiendo más.



Foto tomada de ULTra. Prototipo de PRT que está siendo construido en el aeropuerto de Heathrow, en Londres.

viernes, diciembre 04, 2009

Hacer lo justo

A todos nos han dicho más de una vez: “tienes que hacer lo justo”. Las personas pasan años aprendiendo a descifrar esa oración. Muchos nunca lo consiguen.

Quienes sí lo lograron, y con bastante claridad, fueron los dirigentes del Bank of America (BofA). Hace más de un año se les cayó la sonrisa con la crisis financiera mundial generada por Wall Street. Al poco tiempo se intercambiaron los personajes y ellos, acostumbrados a prestar dinero, pidieron ayuda al gobierno de Estados Unidos, el cual, generoso, le dio más de 40 mil millones de dólares al BofA para asegurar que el banco más grande de EU siguiera funcionando.

En México sabemos bien de qué se tratan estos rescates bancarios: el Fobaproa (hoy IPAB) sigue siendo una costosa lección. Pero hay una diferencia sustancial entre el Fobaproa gringo y el mexicano: los directivos del BofA, ya con la sonrisa otra vez puesta en el cuerpo, van a regresar la totalidad de ese préstamo sacado de los impuestos de los estadounidenses y, además, como saben su negocio lo van a pagar con intereses, justo como los bancos le exigen a la gente que lo haga cuando ellos prestan. 45 mil millones de dólares será lo que regresen a los estadounidenses. Y las acciones justas traen beneficios, sólo con anunciar que van a pagar su deuda las acciones del BofA crecieron seis por ciento.

De 1995 a la fecha, se han destinado cerca de 700 mil millones de pesos para "salvar" a los bancos mexicanos, unos 55 mil millones de dólares que seguimos pagando, pero la principal diferencia está en que los préstamos del gobierno mexicano para rescatar a los bancos del país se convirtieron en deuda pública en 1998 -bajo el gobierno de Ernesto Zedillo- y lo que el gobierno de EU prestó para el rescate de sus bancos fue eso y no más, un préstamo. Los estadounidenses gozarán de sus recursos íntegros traducidos en servicios y obra pública… nosotros los mexicanos nos comemos entera la deuda que se generó para mantener en el mapa bancos que después fueron vendidos.

Hace ya mucho tiempo que los banqueros operando en México duermen con los músculos relajados, sus instituciones tienen ganancias millonarias cada mes, pero aun así no han siquiera sugerido que algún día nos pagarán el favor que les hicimos los mexicanos. Al contrario, escatiman el crédito y nos exprimen tanto como pueden. Que alguien vaya otra vez, que alguien les repita a los banqueros mexicanos esa premisa elemental de la vida: tienes que hacer lo justo.



No puedo esperar...
a que Citigroup -dueño de Banamex- anuncie también que le pagará al gobierno de EU lo que le prestó.

Foto de Joshua Lott/Reuters publicada en MinnPost. Un empleado de Lehman Brothers -empresa que detonó la crisis financiera mundial- saliendo de su oficina en Nueva York el 15 de septiembre de 2008.

martes, noviembre 24, 2009

El funeral de un caballero

Las miradas teatrales abundaron en la capilla tres del lugar, las actitudes arribistas fueron moneda corriente. Hace diez días, durante el velorio de Sergio Ortiz -quien es señalado como el líder de la banda de secuestradores que mató a Fernando Martí- abundó gente deseosa de parecer rica para esconder su pobreza.

Lo que menos importaba era el cuerpo o el alma de aquel hombre de valores puestos en duda, sus deudos estaban más ocupados en su presentación ante los fotógrafos y los videoreporteros. ¿Se alcanzará a ver en la tele el logo de Chanel de mi bolso?

Faltando a toda regla de oportunidad periodística, escribo sobre algo que sucedió hace más de una semana porque creo haber comprobado entonces las razones del secuestro en México. Éste tiene poco que ver con la natural desigualdad social generada por las estructuras vigentes o con la necesidad económica, el secuestro en México está más ligado a los sueños de vivir como se cree que viven los supuestos dueños del mundo; está más relacionado a una falta de autoanálisis que no le permite a muchas personas entender por qué sienten deseos desmedidos de ser admirados, por qué sienten ansia de que los volteen a ver, de pensarse mejores y más valiosos que los demás, sin importar que -en este caso y según las investigaciones del sistema judicial mexicano- esas bolsas Tous y Chanel -base de su confianza- se hayan obtenido a través del robo de vidas.

Yo no sé de cierto si el hombre era secuestrador o no, pero lo que sí le puedo reprochar es que haya reproducido dentro de su familia los antivalores que tanto dañan a la gente que vive en México, esos antivalores que producen secuestradores. Ya en otro artículo lo había mencionado, la máxima de esta gente es tener bienes materiales, no importa cómo ni a costa del sufrimiento de quién. El problema no es hacer dinero, sino cómo se hace. La cuestión no es la falta de educación, sino el enfoque que se le da a ésta. El asunto no es la escuela secundaria inconclusa de los mexicanos, sino que seamos un país educado por la televisión, los padres, los maestros y los amigos que buscan ser idealizados sobre cualquier cosa, antes que transmitir realidades.

Eso pasó hace diez días en la capilla tres de una funeraria al sur de la ciudad de México. Mientras tanto en la capilla uno, la capilla opuesta, el contrapeso se hizo presente: se realizaba el funeral de un caballero.

jueves, noviembre 12, 2009

Cuestión de orgullo

“Tú párate aquí por favor”. ¿Cómo? Ah, seguro soy uno de los pocos afortunados, me van a regresar el dinero y me dejarán pasar gratis al bar. Iluso, me habían hecho a un lado. Para cuando lo comprendí estaba parado junto a otra persona de piel morena, mientras los blanquiñosos nos pasaban junto, ansiosos por disfrutar la noche.

Esperé pacientemente mis cinco euros. “Tranquilo, en cuanto los tengas en la mano podrás hacer lo que quieras”, me dije. Tan pronto como mis dedos rozaron ese billete, símbolo de la unidad social y económica de 27 países, comencé a reñir al percherón de la puerta. Eres un puto racista, eso es lo que eres, le dije con los labios mientras mi cabeza decía que el tipo media más de dos metros de altura, que el ancho de su físico doblaba el mío y que sus pómulos parecían haber sido golpeados muchas veces. Pero mis labios no hicieron caso, ellos seguían -a no más de 15 centímetros de su cara- diciéndole que era un racista hijoeputa, mientras mi mano derecha acompañaba la escena, como un director de orquesta exaltado.

La experiencia anterior fue en Alemania, pero el racismo es una condición ideológica mundial que, quizá, nunca se borrará: como seres diversos y racionales nos reconocemos diferentes. El problema viene cuando los tratos diferenciados dan inicio, el derecho de uno es el lujo de otro.

Lou Dobbs era, hasta hoy, el único presentador de CNN en Estados Unidos que de forma abierta atacaba a los inmigrantes en ese país. Su blanco favorito eran los mexicanos, los llenaba de insultos y se apoyaba en pseudoargumentos para exigirle a su sociedad que le cerrara las puertas a todos los mexicanos –y de paso a todos los latinoamericanos-, que porque dañan a la sociedad estadounidense más de lo que la benefician, según él.

En realidad su batalla era personal, más que profesional o por patriota. Lou Dobbs es parte de las ya muchas generaciones fascinadas con el eurocentrismo ciego, con todo lo que ello implica. El principal argumento en contra de los inmigrantes mexicanos en EU es que la comunidad está creciendo muy rápido, que las proyecciones afirman que dentro de unas décadas allá será México otra vez, pero pocas personas saben que, de acuerdo con el Censo de EU, los mexicanos-estadounidenses –nacidos o con raíces en México- representan el 12.5 por ciento de la población en aquella nación, mientras que los alemanes-estadounidenses –la mayor parte nacida en territorio de EU- suman el 17 por ciento de los habitantes de un país donde viven cerca de 300 millones de personas. ¿Y por qué nadie se queja de la invasión germana en EU? Simple, porque la mayoría de los alemanes son mejor aceptados y pasan inadvertidos por tener características físicas que cuadran con la idea que muchos tienen sobre cómo debe ser un estadounidense.

El dato anterior es un indicador de que, quienes están en contra de la inmigración mexicana en EU, no le temen a que haya gente con raíces de otro país queriendo dominar a esa nación, sino que le tienen pavor a un grupo de morenos en posiciones de poder dentro de su sociedad. Eso les pega en el orgullo eurocentrista.

A Lou Dobbs, como portavoz del racismo gringo, se le cayó el micrófono de CNN, aunque se rumora que ya está en pláticas con sus iguales: va a firmar con Fox News para seguir con su lucha antiinmigrante. Eso a él, y a mí, luego de una gestión con la Agencia Antidiscriminación alemana, el percherón del bar me tuvo que dar una disculpa por escrito luego de que me excluyera por motivos raciales. Me invitaron a pasarla “bomba” en sus instalaciones, con todo pagado. No acepté. También es cuestión de orgullo, les contesté.


Imagen tomada de Absolutads.com. Print de la campaña publicitaria de Absolut, lanzada en abril del 2008.

sábado, octubre 31, 2009

Los hacendados

Qué bonito es el centro de Moscú, pensó aquel joven hace ocho años mientras caminaba por Novy Arbat, el área financiera de la capital rusa. Admiraba la combinación, entonces notoria, de la arquitectura comunista con los diseños derivados de la Bauhaus. De pronto, observó a una serie de patrulleros moscovitas apostarse de forma abrupta en las esquinas de las calles aledañas a Novy Arbat, ignorando inmediatamente los semáforos y bloqueando el paso a todo transeúnte, motocicleta y carro que intentara atravesar la avenida. El muchacho trajo a su mente el pleito con los chechenos. Por precaución, se acercó a la entrada de una librería. Por si empieza el borlote, se dijo.

Escuchó sirenas acercarse rápidamente y la vida de los humanos se paralizó. Dos Mercedes-Benz negros, con placas de la FSB -agencia de seguridad del Estado ruso heredera de la KGB- comandaban la fugaz comitiva; detrás de ellos venía otro Benz, pero éste transformado en limosina y con banderines de la Federación Rusa al frente, lo rodeaba un enjambre de carros alemanes y motocicletas que abarcaban los cuatro carriles de la avenida con dirección al Kremlin. ¿Quién es? Preguntó el muchacho a una señora que también contemplaba el show. Putin, contestó ella, seca. Vaya dispendio de recursos. Mira que paralizar el centro de la ciudad para que su majestad Vladimir Putin pueda circular a exceso de velocidad y pasándose tantos altos como quiera, como si fuera de otro nivel, como si no hubiera sido una persona extraída de la sociedad rusa para representarlos, pensó el joven.

La Rusia de hace ocho años era un país tan o más desigual que el actual México, y los rusos, igual que los mexicanos, se enojan por los gastos innecesarios que sus gobiernos realizan. “¿Por qué hemos de pagarle esos privilegios a Putin?” le preguntó sin esperar respuesta una amiga rusa al joven que presenció la caravana.

Qué razón tenía aquella chica, piensa ahora el muchacho al ver que diputados y senadores mexicanos han aprobado que los humanos les paguen sus beneficios.
No sólo es reprochable que el gobierno federal mexicano quiera aumentar los impuestos en este instante, sino que lo hagan sobre los mismos de siempre, esa clase trabajadora a la que le quieren quitar más de su salario para pagarse sus comidas de miles de pesos, sus celulares, y sus choferes.

¿Por qué los directivos de los tres poderes de gobierno no pagan sus boletos de avión con dinero propio? ¿Por qué no pagan el peaje en carreteras? ¿Por qué les tenemos que pagar sus contratos de telefonía celular –incluidas las llamadas personales-? ¿Por qué les tenemos que pagar sus comidas a ellos y a sus invitados? ¿Por qué no pagan gasolina? ¿Por qué no pagan los carros que utilizan? ¿Por qué no pagan ellos mismos su seguro médico privado? ¿O por qué no se atienden en el ISSSTE como la ley manda a todos los trabajadores del Estado?

La Secretaría de Hacienda, comandada por un imperdible de vista Agustín Carstens –quien se cree más inteligente que varios laureados con el Premio Nobel de Economía-, alega que “se debe cubrir un boquete fiscal que hay en el gobierno federal”. No hay boquete fiscal, lo que hay son funcionarios abusivos que se dan la gran vida a costa del trabajo de los demás, lo que hay son –aquí también- privilegios absurdos. ¿Por qué aquellos que tienen un puesto de director de área para arriba en la administración federal, con salarios superiores a los 100 mil pesos mensuales, reciben todos los beneficios económicos posibles con dinero público, cuando ellos podrían pagarse las tantas prebendas que se otorgan a sí mismos? No, lo que hay es un boquete moral y ético. Lo que hay es un gobierno plagado de vivales que pretenden vivir como hacendados en un país en el que se supone que el esclavismo terminó hace 199 años. Esto nos demuestra que el servicio público en México no existe, es una farsa bien montada.

Así como los rusos de hace ocho años estaban enojados por los excesos de Putin -muchos lo siguen estando-, los mexicanos de hoy están irritados con su realeza. Que llamen a un referéndum para ver si México aprueba esta alza de impuestos, y, de paso, para ver si luego de dos meses de trabajo la ciudadanía renueva el voto dado en julio pasado a los legisladores, a ver si continúan con su estatus de hacendados.


Foto publicada en El Economista. Senadores votando el alza de impuestos.

viernes, octubre 16, 2009

El lado humano



No todo es blanco, no todo es negro. La vida tiene matices. La semana pasada me enfoqué en la necesidad de quitar frenos a la industria energética de este país para pasar a una etapa -necesaria, por cierto- de creación de tecnología para generar energías renovables y mucho menos contaminantes que las actuales; pero también, debo decirlo, es importante considerar el lado humano de la desaparición de Luz y Fuerza del Centro.

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¡Goooool! ¡Qué golazo, cabrón! A huevo. ¿Quieres otra cerveza? Échamela, compadre. Te la voy a dar pero te tienes que quitar ese bigotito de joto. Cuál bigote de joto, está chido. ¡Gooooool! No chingues ya ganamos, cabrón. ¿Otra cerveza? Échamela. ¿A poco ya se acabó? Ahora sí jugaron bien estos güeyes. ¿Otra cerveza? No, ya me tengo que ir, compadre.

Gabriel se fue a su casa. Lo esperaban su esposa y su niña de un año ocho meses. ¿Quieres cenar? No quería, la cerveza lo había atontado de más. Siguió viendo la televisión un rato y luego se fue a dormir. En el pueblo donde vive, en el estado de México, todas las noches son tranquilas, casi nunca pasa nada, pero el domingo casi siempre trae noticias de algún vecino. El chisme corre rápido.

Gabriel despertó y no tenía cruda, qué bueno. El teléfono de casa sonó, eran las 10 de la mañana. ¿Cómo? ¿Por qué? No estés jugando. Su esposa se preocupó al escuchar a Gabriel incrédulo. Qué pasó. No pues mi compadre no sabe bien, pero dice que le acaban de avisar que van a cerrar la compañía. Cómo que la van a cerrar. Sí, pues que nos van a correr a todos, que ya no hay trabajo. Por qué. Quién. Cómo. La mañana se les fue en preguntas que no podían responderse, por lo que Gabriel salió a ver a sus colegas. Muchos de los habitantes del pueblo trabajan en Luz y Fuerza, me dice.

Se reunió con varios trabajadores de LyFC, llamaron por teléfono a muchos conocidos para que les informaran qué iba a pasar con su trabajo. Nada, que nos van a correr, a todos. Y Gabriel se entristeció, qué voy a hacer, se preguntó. Regresó a su casa y le mintió a su esposa. Que mañana lunes vamos a ir a ver qué pasa, no pueden despedirnos a todos. Su hija jugaba con algo, no sabe qué, la televisión estaba encendida, pero nada de noticias. Le llegó un mensaje al celular y de la tristeza pasó al susto. ¿Qué decía? “Te quedaste sin trabajo, ahora te vamos a desaparecer a ti y a tu familia”. Le hablé a mi compadre y planeamos intercambiar casas con gente que no trabajara en Luz y Fuerza, así no nos encontrarían, pero al final no lo hicimos. Le mandaron ese tipo de mensajes a muchos de nosotros, platica Gabriel. ¿Los quieren desgastar psicológicamente? Claro, quieren que nos dé miedo y vayamos a cobrar la liquidación, así ya no hay forma de recuperar el trabajo. ¿Tu esposa vio el mensaje? Sí. ¿Qué te dijo? Dios nos va a ayudar, vas a ver, lo animó ella. Eso espero, replicó él.

Pero Dios no apareció. Al día siguiente otra vez Gabriel regresó a su casa con la cabeza baja. Qué les dijeron, preguntó su esposa. Pues que sí nos van a correr a todos, el gobierno puso policías en Luz y Fuerza y no dejan entrar a nadie. ¿Qué vamos a hacer? No sé. Pues algo tenemos que hacer, eso no puede ser, no pueden correr a todos. Pues parece que ya lo hicieron. Y lloraron por dentro.

Los dos días siguientes fueron jornadas de trabajo normales, nada más que esta vez la actividad, en lugar de darle mantenimiento a cables de luz, era encontrarse con sus compañeros para saber qué iban a hacer para defenderse y recuperar su trabajo. El jueves 15 vamos a marchar en el DF, del Ángel al Zócalo, le dijeron. Yo estoy puesto, todos estamos puestos. Tienen que ir todos. Sí. Que vean contra qué se están enfrentando. Sí. Vamos a defender nuestro trabajo. Sí.

Y aquí estoy, me dice sin mirarme a los ojos. ¿Y ahora qué van a hacer en tu casa? ¿Tienen forma de resolver lo de la comida mientras dura esto? Pues afortunadamente mi esposa trabaja, en una estética, pero pues también está difícil porque le están llegando uno o dos clientes al día. “Aplaudan aplaudan no dejen de aplaudir, el pinche gobierno se tiene que morir”, pasa cantando uno de los contingentes junto a la tortería en la que estamos. ¿Y es cierto que ganaban muy bien ahí en Luz y Fuerza? No, puras mentiras; yo por ejemplo, ganaba –duda un segundo pero sigue- mil 800 pesos a la semana.

Eso sí es cierto, los equipos eran muy viejos, trabajábamos con lo que había porque el gobierno no le quería invertir. “Si no hay solución, habrá revolución”, se escucha afuera. ¿Es cierto que estaban en un proceso de modernización de la empresa? Pues hay planes, pero, te digo, el gobierno no quería meterle nada a eso.

Ya en el mitin, Gabriel busca a sus amigos, camino a su lado. Esto debería estar lleno de libros y escritores, pienso. Pero qué dices, me corrijo, esta es literatura en tiempo real, son historias que merecen la pena escucharse, vivirse. “Vamos a hacer un referendo nacional”, me atrae una voz conocida, es Porfirio Muñoz Ledo que inunda el Zócalo con la ayuda de unas bocinas que hacen zumbar los oídos, “para preguntarle a la gente quién se queda y quién se va. Y el resultado es que ¡el SME se queda y Calderón se va!”. Sólo de imaginar tal escenario, Gabriel y los manifestantes estallan en júbilo, agitan los puños en el aire y gritan “¡fuera! ¡fuera! ¡fuera!”.

Del lado derecho del templete hay una pancarta con una propuesta interesante: “Que le quiten la (pensión) vitalicia a los ex Presidentes y se la den a los pobres”, haciendo alusión a la promesa del gobierno federal de darle a los más necesitados lo que se ahorren con la desaparición de LyFC. Claudia Sheinbaum dirige su discurso en sentido similar: si los funcionarios del gobierno federal, de Director de Área para arriba, se bajaran el sueldo a la mitad, de ahí saldrían los 45 mil millones de pesos que se necesitan para Luz y Fuerza. “Señora, Hinojosa, por qué parió esa cosa”, gritan algunos, festivos.

Poco antes de perderse le pregunto a Gabriel: ¿Y van a aguantar? Sí, yo sí. ¿Tú sabes de alguien que ya haya cobrado su indemnización? Sí, pero son unos poquitos, la mayoría de los que se han ido a formar nomás han ido a preguntar cuánto les tocaría. Y los que ya se rindieron ¿por qué no aguantaron? La necesidad es cabrona, me dice. Y mientras Gabriel se aleja dándome la espalda pienso en los otros miles y miles de personas que desbordan el centro del Distrito Federal en ese instante. Todos ellos están en una situación similar a la de él. Y entonces comprendo: siempre lo más importante es el lado humano.


Fotos de Válek Rendón, tomadas el 15 de octubre de 2009, de las 4 a las 9 pm, durante la marcha del Sindicato Mexicano de Electricistas del Ángel de la Independencia al Zócalo de la ciudad de México.

lunes, octubre 12, 2009

Se fue la luz

Hasta que da una el pelón, chaparrito y de lentes. La compañía de Luz y Fuerza del Centro era una empresa de esas que no deben existir, de esas que caen mal desde el nombre. Millones de mexicanos del centro del país -usuarios de la empresa que inauguró la energía eléctrica mexicana a nivel público en 1881- por décadas recibimos un mal servicio. Incluso llegamos a creer que es normal que se vaya la luz una vez por semana y que de pronto revienten los transformadores en las calles.

Está claro que extinguir a Luz y Fuerza del Centro es una decisión basada fundamentalmente en razones económicas: una empresa que no recupera ni la tercera parte de lo que distribuye es un chiste con el que podrían reír o llorar por horas quienes tienen un MBA; pero la decisión también tiene sus matices políticos: el Sindicato Mexicano de Electricistas, dirigido por el ya famoso Martín Esparza, es afín al Partido de la Revolución Democrática y hasta se dice que se apiadaban del Peje y le pasaban su buena donación mensual. De ahí que el PRD ahora salga a “defender” los derechos de los ahora ex empleados de LyFC, quienes tenían privilegios absurdos, el más llamativo de ellos es que podían heredar el puesto a quien el trabajador quisiera, sin importar que el heredero no supiera ni poner un foco.

Después de mucho tiempo algo le sale bien al gobierno federal, lo planearon a consciencia. Mientras los mexicanos iban tocando las bocinas de sus autos y se embriagaban de felicidad celebrando que se van a ir al primer Mundial africano, la Policía Federal tomó de forma rápida y tranquila las instalaciones de la compañía de luz que fue nacionalizada en 1941 por una ley impulsada por Lázaro Cárdenas del Río. La toma incluso fue virtual, el sitio de Internet www.lfc.gob.mx, ahora está en manos del Poder Ejecutivo.

Después de esta maniobra, sería importante plantear que dirijan esa empresa personas que estén a la vanguardia en la generación de energías renovables, hay gente muy capaz en el Poli o en la UNAM. Crear una compañía de Luz y Fuerza del Centro bis sería un error, desde ahora debemos crear infraestructura y tecnología para producir energía limpia. Ideal sería que la empresa sucesora de LyFC se convirtiera en un referente mundial, por ejemplo, en producción de energía solar y eólica. De otro modo en unos años estaremos diciendo, otra vez: “¡Uy! ya se fue la luz”.


Foto de Jorge Serratos, publicada en El Universal. Policías federales bloqueando el acceso principal a la sede de LyFC.

domingo, octubre 04, 2009

Un día de trabajo en la compañía

Ya tengo la solución. ¿Cuál es, mi gordito? Le ponemos un dos por ciento de impuesto generalizado al consumo. ¿Medicinas y alimentos también? También. ¿Y si se enojan? N´ombre, ni lo van a sentir. Oye, pero les decimos que es para ayudar a los pobrecitos. Sí, eso eso. Y yo te ayudo, voy a aceptar públicamente la realidad de la compañía, que en dos años seis millones de trabajadores se sumaron a la condición de pobreza alimentaria, teníamos 14, ahora son 20 millones los que no tienen ni para comer. Así todos van a querer ayudar a los pobrecitos. ¡Qué inteligente eres!

Oye ¿pero si le ponemos impuesto a todo, esos que están en pobreza alimentaria, a qué tipo de pobreza pasarán cuando de verdad no puedan comer absolutamente nada? Ay tú siempre de exagerado mi Felpa, si nomás es un dos por cientito, si ellos compran un aceite de 30 pesos, pues les va a costar 30.60, ni es nada. Y quién no puede pagar 60 centavos más, ¿verdad? ¡Hellooo!

Fíjate bien, éstos que no tienen ni dónde caerse muertos ganan en promedio unos 850 pesos al mes. ¿Al mes? Al mes. ¿Aquí en la compañía? Aquí en la compañía, pero les vamos a decir que el dinero recaudado es para que esos pobrecitos tengan comida, que es para ayudarlos a ellos nada más. Pero nosotros sabemos que si fuera así sería dinero echado a la basura, que lo vamos a usar en infraestructura. Exacto, pero no les digas eso, es que la mayoría no entiende que los pobres no generan ciclos económicos eficientes.

Entonces así le hacemos. Y si los que no tienen para comer se empiezan a morir de hambre, pues le echamos la culpa a “la peor crisis que haya enfrentado la compañía en la historia”. Y así matamos muchos pájaros de un tiro, mantenemos la mano de obra barata, llega más inversión, poca gente puede estudiar y despoblamos un poco nuestra amada empresa. -En ese momento entra el jefe de la compañía-. A ver gordito, a ver Felpa, pónganse a trabajar, ya los escuché que están diciendo puras pendejadas.


Cartón de Fisgón: El gordo y el flaco, publicado el 1 de octubre de 2009 en La Jornada.

sábado, septiembre 19, 2009

“Pinche gobierno ratero”

Este gobierno te mata de hambre, pensó Luis Felipe Hernández. Eran poco después de las cinco de la tarde del viernes pasado. Otro día perdido, otro día sin nada para rescatar. Caminaba por los pasillos del Metro sin saber con exactitud hacia dónde ir. Esperaba la llegada del convoy y, como lo había planeado, quería externar su situación. “Pinche gobierno ratero”, rayó con plumón negro en la pared pálida del andén de la estación Balderas con dirección a Indios Verdes.

Víctor Manuel Miranda lo vio. En su faceta de policía, intentó detenerlo. Pero Luis Felipe estaba harto, de todo, de los empleadores que no lo emplean, del gobierno, de la autoridad, de la indiferencia del mundo que en sus 38 años de vida no ha descubierto sus talentos. Sacó su revolver calibre .38 y le disparó una vez a Víctor, éste le gritó que qué le pasaba, le pidió que se tranquilizara. Me tranquilizo verga, pensó Luis Felipe. Y le disparó otra vez, sin saber que la última imagen de su perseguido sería un triste intento de huida. Luis Felipe mató a Víctor Manuel.

¿Qué pasa? ¡¿Qué pasa?! Esteban Cervantes Barrera(*), un albañil que venía de trabajar y al que todavía le sobraba fuerza y valor para resolver su mundo inmediato, al ver el homicidio salió del vagón del Metro en que viajaba e intentó, siete veces, desarmar a Luis Felipe. Peleó como un león, pero no lo consiguió, hasta su suéter lo traicionó, le movió el piso. Se jugó sus siete vidas y ahí las perdió todas. De valientes están llenos los panteones, dicen los abuelos.

Cargando dos almas, Luis Felipe se metió al vagón del Metro. Mientras recargaba su pistola le decía a los demás pasajeros que no les haría nada, que era en nombre de dios, que el gobierno te mata de hambre y que rezaran. La semana pasada fueron Josmar y dios, ahora Luis Felipe y dios… ese dios se está convirtiendo en un criminal recurrente, y lo peor es que pocos saben dónde encontrarlo.

Pareciera que en años anteriores llegamos al límite de nuestro humanismo y hoy la teoría darwiniana va en retroceso: de animales a humanos, de humanos a animales.

Ahora los locos de alto impacto social están surgiendo una vez por semana. Ya lo dijo Roger Bartra, preocupan más los efectos sociales de la crisis financiera que la crisis misma. Pero nuestro sensibilísimo secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, sale a decir que con dos personas no se puede medir a un pueblo, lo cual es cierto, pero no está contando a los mil 647 individuos que han asesinado este año sólo en Ciudad Juárez, ni a las otras miles de muertes violentas que han ocurrido en todo el país desde que el gobierno corporativo tomó posesión. Insensible es poco. Tenemos un secretario de Gobierno vulgar que no sabe ni dónde vive, no es capaz de sentir a su sociedad.

El sociólogo Jürgen Habermas, a inicios de este mes, dijo que son los grupos más vulnerables los que están pagando la debacle del sistema y, por ende, son los más duramente afectados, lo cual es una “ignominiosa injusticia social”. De ahí viene el malestar de la sociedad, de ahí viene que a algunos sólo les quede buscar a un dios con ansias de vengarse de esas estructuras que no ofrecen ni oportunidad ni bienestar. Y en la televisión te bombardean con propaganda política esquizofrénica que se inventa un mundo que no existe.

Locos siempre ha habido, de hecho, todos lo hemos sido en más de una ocasión, pero de pronto surgen más y más criminales que producen efectos sociales severos. ¿A qué se debe? ¿Qué estamos haciendo para que esto sea así? ¿Qué debemos hacer para que sea diferente?

Al parecer las revueltas sociales se han transformado. Ya no es el grupo de personas reprimidas que se organiza y consigue armas para luchar contra un ente específico. Ahora las revoluciones son individuales y rápidas. También son efímeras, no llevan a ningún lado y se lucha contra quién sabe qué. De haber tenido otras condiciones de vida ¿Luis Felipe habría matado a Víctor y a Esteban? Probablemente no. ¿Entonces qué se necesita? ¿Otra revolución? No lo sé… no lo sé. Pero no me puedo quitar de la cabeza la conexión de los asesinatos de Luis Felipe con la pinta que originó el problema: pinche gobierno ratero.


Foto de AFP. Luis Felipe Hernández Castillo, afuera del Metro Balderas al ser arrestado.
*Nombre corregido el 19.09.2009. Escrito originalmente como Esteban Robles Barrera

jueves, septiembre 10, 2009

La enseñanza del loco

¡Oye! ¿No sabes donde hay una bolsita? No. ¡Ah! Aquí hay una. Y la infló. Pero se le sale el aire. Sí mira, de aquí de la orilla se siente que tiene un hoyito. ¿Le puedes poner un poco de cinta de esa que traes en la mano? Me pidió y accedí. Yo no sabía. Aquella fue la primera y única vez que ayudé, involuntariamente, a un niño de 18 años a chemearse con pintura de acrílico. Yo pensé que lo de la bolsita era necesario para la decoración que estábamos haciendo. Ingenuo. Al niño se le veía en los ojos cómo su vida de arquitecto o abogado se le escapaba.

Recuerdo el asunto porque a un autodenominado ex drogadicto y ex alcohólico, de nombre José Mar Flores Pereyra, se le ocurrió secuestrar un avión el día nueve del mes nueve del noveno año del segundo siglo, según la cuenta a la que la mayoría obedecemos. El señor dice que Dios le habla. Que Cristo vendrá pronto. Que México es tierra sagrada. Y que él era el comisionado para evitar un terremoto catastrófico que sucedería en el país.

Dejando de lado la extraña coincidencia de que el hecho se da justo al día siguiente de que el gobierno federal anunciara alzas considerables a varios impuestos, a México entero le da por burlarse de un hombre que se robó la atención de todo el país con dos latas de jugo rellenas de tierra y "lucecitas". El evento, como tal, tiene su gracia, pero si sumo al muchacho de la bolsita, a “Josmar” y a los millones de adictos a drogas duras que tiene el mundo, me resultan muchos posibles secuestros de avión en el futuro, lo cual me quita la sonrisa.

Luego de su primera visita a México, Salvador Dalí ya nunca quiso regresar al país porque no concebía estar en un lugar más surreal que sus pinturas. Y es que aquí las enseñanzas vienen en forma de locura. Desde el cantante redentor que le sirve de simulacro terrorista a la Policía Federal, hasta el niño de 18 años que me enseñó que nunca hay que taparle los hoyos a las bolsas de plástico.


Foto Marco Ugarte / AP. Equipo especial de la Policía Federal tomando el avión que secuestró José Mar Flores.

lunes, agosto 24, 2009

El kilómetro 32


Se sentía bien, “iba muy relajado, contento”. Hasta que llegó al kilómetro 32. Ahí todo cambió. Se derrumbó. Según sus propias palabras, le dio un “ataque de hambre”.

Juan Gualberto Vargas es uno de los tres maratonistas mexicanos que participaron en el Campeonato Mundial de Atletismo de Berlín el sábado pasado. “Iba sonriendo, disfrutando el evento, y no esperaba que me diera ese ataque de hambre”, dijo el atleta.

Curiosamente, no sólo Juan Gualberto tiene hambre. Dos días antes el INEGI ya nos había anunciado que, en la loca carrera que es la economía, los indicadores financieros de México también pasan por el kilómetro 32 y están sufriendo el peor ataque de hambre en 30 años: 10.3 por ciento se desplomó la economía del país en el segundo trimestre de este año, lo que lo pone como el segundo país más afectado por la crisis mundial -sólo después de Rusia-. El Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP) asegura que es la peor recesión en México desde 1929. En otras palabras, el país se está cayendo de hambre. Échenle un pan, dirían los aficionados al futbol.

Mientras eso pasa, la Cámara de Diputados les garantiza a "nuestros" nuevos legisladores un salario mensual de 205 mil pesos –casi 7 mil pesos diarios, lo cual estaría bien si en México ya no hubiera gente muriendo de pobreza alimentaria-, además claro de recibir seguro médico privado, gasolina gratis, viajes en avión y por carretera gratis, todo pagado con dinero público. ¿Acaso no debería ser al revés? Las excepciones para quienes de verdad no pueden y ellos que paguen lo que se debe pagar con su dinero. El mundo del revés.

No sólo es Juan Gualberto el que tiene hambre, es el país entero. Pero que sigan, que sigan nuestros políticos viviendo en la inconciencia mientras Juan Gualberto y México completo tienen un ataque de hambre en el kilómetro 32. Hambre de justicia, hambre alimentaria, hambre de instituciones dignas, hambre de todo. Somos un país famélico. Esperemos llegar pronto al kilómetro 33.


Foto del Banco Mundial publicada en el artículo Violence and crime in Mexico at the crossroads of misgovernance, poverty and inequality.

jueves, agosto 13, 2009

Gran victoria

Hacía mucho que lo merecían. Todo parecía estar en su contra pero lo lograron. Por fin. El estrés de días, meses, años incluso, se evaporó y esos mexicanos lograron un poco de justicia: el día de ayer la Suprema Corte de Justicia de la Nación resolvió liberar a 20 indígenas implicados en la matanza de Acteal.

El 22 de diciembre de 1997, en Acteal -Chenalhó, Chiapas-, 45 indígenas tzotziles fueron asesinados, entre ellos 18 niños y 22 mujeres. Después, con efectividad y rapidez inusitada, la Procuraduría General de la República (PGR) del sexenio de Ernesto Zedillo concluyó que fue un enfrentamiento entre grupos locales, por lo que encarceló a varias decenas de individuos del mismo grupo étnico, entre ellos a las veinte personas que hoy, luego de once años, salieron del penal El Amate a las tres de la mañana.

"Para nada debe entenderse que son inocentes", aclararon los ministros de la máxima instancia judicial del país, la decisión está fundamentada en que la PGR obtuvo de forma ilegal las evidencias para aprisionarlos y que varios de los testimonios fueron fabricados, además de que a la mayoría de los sentenciados se les juzgó en español y sin un traductor oficial que les explicara las acusaciones en tzotzil.

Del otro lado, Antonio Arias y Mariano Luna -sobrevivientes del ataque- afirmaron que la SCJN está cometiendo un error al liberar a estas 20 personas porque ellos los identifican plenamente como autores materiales de la matanza. Pero el mayor pendiente es encarcelar a los autores intelectuales, porque todo indica que la matanza se decidió en las oficinas del gobierno federal de Zedillo.

Quizá quienes hoy han sido liberados sean culpables, algunos o todos, pero nuestro Poder Judicial está aceptando de forma oficial lo que ya todos sabemos: que la PGR y en general todas las instancias jurídicas del país pasan las leyes por alto y son capaces de sembrar evidencias e inventar testimonios. El éxito radica en que, a partir de aquí, nuestro aletargado sistema judicial puede sufrir un cambio para erradicar estas prácticas incriminatorias basadas en artilugios. Sin duda una gran victoria para la justicia mexicana.


Foto: Los funerales de las víctimas de Acteal. Tomada de pwrdf.org.

jueves, julio 23, 2009

El peatón

Uno de los poemas que escribió Jaime Sabines lleva por título El peatón, en él señalaba con humildad que prefería ser considerado un peatón cualquiera que un poeta. “En la calle nadie, y en la casa menos, nadie se da cuenta de que es un poeta”. Quizá prefería esa clasificación porque él era chiapaneco, en la ciudad de México los peatones tampoco existen. La capital mexicana no está hecha para personas, sino para unos seres inanimados que nos han conquistado y se hacen llamar “automóviles”.

En la poesía que hace la vida real, en México, se escribe segundo a segundo que el peatón debe apenarse por hacer que un carro se detenga, se dan las gracias en repetidas ocasiones cuando sucede ese milagro y hasta se dan pasitos cortos y rápidos para dejarle ver al amable conductor que se está inmensamente agradecido y no se desean causar más molestias. De no producirse este ritual el personaje que maneja el carro puede espetar un cálido “¡Si quieres pásate hincadooo!”.

Casi no existen los semáforos para viandantes y, donde los hay, tampoco existen. Es una de esas paradojas propias de la poesía más cruda y agresiva. Jaime Sabines fue quizá el más grande poeta que haya dado México, pero la poesía que sigue haciendo ya muerto me intriga: ¿Si en el Distrito Federal no existen los peatones, para esta ciudad Jaime Sabines jamás existió? Espero que no sea el caso.

De cualquier modo tengo confianza en que un buen día los que caminan dejarán de ser objetos ornamentales del ambiente urbano y serán considerados personas. “Eso es, dice Jaime, no soy un poeta, soy un peatón”, y esta vez me quedo echado en la cama, con una alegría dulce y tranquila.


Foto de Ricardo Carreón. Peatones cruzando la Avenida Reforma en la ciudad de México. Tomada de Flickr.

jueves, julio 09, 2009

Mi amiga China

“No, créeme, mi ciudad está muy cerca del Tíbet y yo te puedo decir que los tibetanos son gente muy violenta”, me dijo mi amiga china. “¿Segura? Porque en todo el mundo se tiene la percepción de que el agresivo es el gobierno chino”, la cuestioné sin sacarla de su primera posición.

“Lo que pasa es que les lavan el cerebro, el gobierno chino bloquea páginas de Internet, canales de televisión y todo tipo de mensajes que pudieran dañar la imagen de china”, me comenta otra amiga asiática. Pero no les importa qué se diga afuera, lo que les preocupa es cómo perciben los chinos a China, no más.

Y adentro, los más de dos millones de soldados chinos reprimen manifestaciones, no con toletes que dejan la piel morada por unos días, sino con bayonetas que dividen a una persona en dos. Lo acaban de hacer con la minoría Uighur matando cientos de personas, y lo harán otra vez sin dudarlo y sin dejo de remordimiento posterior. Y su gente, al estilo terrorífico de los Estados Unidos, cree firmemente que su gobierno actúa para defenderlos. ¿Qué pasará cuando China sea más poderosa que Estados Unidos y esté en posición de invadir tantos países como les plazca?

“¿Y estás consciente de que China será el próximo imperio del mundo?”, le pregunto a mi amiga china. Sí, responde. “Bueno, pues sólo espero que no sean peor que los Estados Unidos”. Y mi amiga china sonrió, sin decir palabra.



Foto de DPA. Una mujer uighur protesta por el arresto de su esposo y otros cerca de mil 400 hombres pertenecientes a la misma minoría étnica.

jueves, junio 18, 2009

No ha llegado el día

El hombre, de casi 60 años de edad, toda su vida ha sido una persona responsable en términos políticos. En todas y cada una de las elecciones que le han concernido ha ido a votar por uno o por otro; siempre, con la esperanza de que algún día llegaría al gobierno gente honesta y comprometida con la sociedad.

Esta vez también voy a votar, me platica mi amigo. Pero voy a anular mi voto, con una cruz que atraviese de lado a lado la boleta electoral para que vean los desgraciados, sigue diciendo entusiasmado. Me detalla que ya ni en la autoridad electoral confía. Que todos son unos idiotas.

Habría que preguntarle a los políticos mexicanos cuál es su estrategia para ser tan impopulares. La gente por lo general trabaja para mejorar su situación, cualquiera que ésta sea, pero la clase política en México es hábil para hacerse odiar, les sale natural. Es más, si lo planearan no les saldría tan bien.

Muchos critican el voto en blanco, dicen que es irresponsable y hasta cobarde –algún interés personal tendrán quienes no respetan las decisiones de los demás-, pero la verdad es que cualquier gobierno que le quita la esperanza a la gente merece la ilegitimidad. A poco más de dos semanas de las elecciones, sí, que se vayan todos. Sí, que se vote en blanco. ¿Por qué? Porque no ha llegado el día en que los políticos mexicanos comiencen a trabajar por la gente.



Foto de Reuters. "Marcha blanca" contra la violencia en México realizada el 30 de agosto de 2008, el Zócalo del Distrito Federal en la imagen.

sábado, junio 06, 2009

De quién y de qué se habrían enamorado

Eran las tres de la tarde del último viernes, quizá los 176 niños que estaban en la guardería ABC de Hermosillo, Sonora, tomaban la siesta después del mediodía. En una bodega contigua un carro explotó. El fuego, buscando oxígeno para sobrevivir, llenó el lugar y siguió hacia la estancia infantil.

Los niños tenían entre uno y cinco años de edad. Llegaron bomberos y asistencia médica, pero no fue suficiente. El fuego bloqueó la entrada a la guardería y los bomberos derribaron paredes, sacaron a 145 niños con vida, los otros 31 murieron por asfixia en medio del resplandor.

Y aquí va nuestro Lobohombo infantil. El Presidente de México dice que le manda sus condolencias a los deudos, sería mejor que mandara una revisión seria a todas las guarderías del país. ¿Cómo un espacio con niños encerrados en cunas -que aunque entendieran la situación no podrían escapar- no tiene sistemas de emergencia en caso de incendio? Algunos aspersores en los techos habrían sido de gran ayuda, o al menos habría dado más tiempo para salvar a más niños.

¿Acaso son necesarias las desgracias para comenzar a actuar con sentido común? No lo creo. Cómo se le devuelve la felicidad a los padres. Para qué se usarán los baberos que se quedan sin dueño en la casa de las familias afectadas. A quién habrían hecho sonreír esos niños en caso de haber vivido más tiempo, de quién y de qué se habrían enamorado.



Foto de Martín Vallejo/Crítica. Afuera de la guardería ABC en Hermosillo el viernes pasado.

jueves, mayo 28, 2009

El escritor

Son dos personas en una. Mario Vargas Llosa no sólo escribe novelas, hace de la suya una también. Que "Venezuela podría convertirse en la segunda Cuba de América Latina", fue a decir en sentido despectivo a Caracas el escritor peruano. Y se le critica fuerte, la izquierda latinoamericana lo apabulla por la ofensa implícita que llevan sus palabras, tanto para el pueblo cubano como para el venezolano.

Para mí existen dos versiones de Vargas Llosa. La primera, capaz de entretenerme por días con sus historias y, la otra, aquel desconocido que perdió la contienda por la Presidencia peruana en 1990, lo cual parece haberle generado un trauma político-social.

Muchas veces se ha dicho que Vargas Llosa el político arruina a Vargas Llosa el escritor. Coincido en que varios de sus conceptos para llegar a una Latinoamérica ideal –una derecha autoritaria sin espacio para la diversidad ideológica, con políticas económicas del Estados Unidos del siglo pasado, sin indígenas- se basan en el desconocimiento de la realidad social latinoamericana. Pero si se le mira de lejos, ese Vargas Llosa pequeño, el político infantil, está cubierto por un Vargas Llosa más grande, coherente, cauto y, sobre todo, que sabe escribir.

Y si de alguna forma el Vargas Llosa político ha inspirado al Vargas Llosa escritor, adelante, que siga diciendo sinsentidos. Si esa mente a veces retorcida es la que produce semejantes libros, pues que siga loco por siempre, yo me seguiré quedando con el escritor.



Foto tomada del blog Historias Fugaces. Mario Vargas Llosa.

jueves, mayo 21, 2009

El jinete


Carlos Salinas de Gortari
Parte 2 de 3

“Bienvenidos a la escuela de los rateros”, nos dijo aquel maestro de secundaria. La recepción me sorprendió pero no me tocó. El profesor aclaró. “Sí saben, ¿no? Que aquí estudiaron Luis Echeverría, José López Portillo y el actual presidente, Carlos Salinas”. A los recién ingresados a la Secundaria pública número 3, "Héroes de Chapultepec", el breve monólogo nos provocó una risa que sólo le da a la gente que no sabe de semántica.

Ser un héroe de Chapultepec tenía diversas ventajas y desventajas en comparación con los estudiantes de otras escuelas sostenidas con recursos públicos en México. Teníamos un taller de computación -en 1994 eso era un milagro-, con regularidad nos acarreaban a ceremonias donde alguien señalaba el momento ideal para aplaudirle al Presidente del país y, más que nada, recuerdo que teníamos un gimnasio de usos múltiples techado que se asemejaba a los de las series de televisión estadounidenses, construido gracias a la gestión de Salinas en el poder.

Y es que al ex Presidente le gusta el deporte, la competencia. Carlos Salinas montaba caballos con maestría. En 1971, a los 23 años de edad, ganó una de las once medallas de plata que obtuvo la delegación mexicana en los Juegos Panamericanos de Cali, Colombia. Tenía un caballo al que bautizó como El Agualeguas en honor al pueblo ubicado en Nuevo León, lugar en el que nació su padre y a donde le gustaba irse a descansar. Todavía le gustan los refugios, sentirse inalcanzable, por eso vive en Londres.

En una ocasión, poco antes de dejar la Presidencia, Carlos Salinas pagó nuestras obligadas idas a apoyarlo y fue él quien nos visitó en la Secundaria 3. Iba a inaugurar nuestro gimnasio agringado. Al pelón -así nos referíamos al Presidente los estudiantes- yo lo vi llegar e irse desde una de las vallas humanas que organizaron para recibirlo. Sonreía y saludaba, pero sobre todo, caminaba rápido, como si estuviera en una carrera permanente.

Conozco mis aciertos, pero, más que eso, conozco mis errores, dijo el ex Presidente en una entrevista el año pasado. El hombre parece haber perdido la puerta grande, aun después de haberla tenido en la mano, pero no está dispuesto a utilizar la salida de atrás.

Durante sus primeros 46 años, Carlos Salinas ganó más medallas de oro que de plata, eso es seguro, montaba como pocos en México, pero la vida cobra, y desde hace muchos años que dejó de cabalgar como solía hacerlo, ya no salta los muros altos, hace mucho que se cayó del caballo.



Foto del periódico El Siglo de Torreón. Los Salinas, los jinetes. Raúl Salinas padre al centro, Carlos Salinas a su izquierda y Raúl Salinas a su derecha.

lunes, mayo 18, 2009

Manuela y el héroe


Carlos Salinas de Gortari
Parte 1 de 3

Era 1951. Manuela llegó junto con el Día de Muertos, a principios de noviembre. Era una niña, tenía apenas 12 años de edad, pero ya trabajaba. Entre la cocinera, María Torres Garrido, y la patrona, Margarita de Gortari de Salinas, le explicaron las labores que debía realizar en la casa ubicada en Palenque número 425 de la colonia Narvarte, en la ciudad de México. Había que barrer, trapear, sacudir y, en general, ayudar en lo que se ofreciera.

Mes y medio después, por la mañana del lunes 17 de diciembre, Manuela vio llegar a la casa a Gustavo Zapata, un niño de ocho años que iba a jugar con los hijos de la señora Margarita, Carlos y Raúl, de tres y cinco años de edad respectivamente. Voy a salir a hacer unas compras, le dijo la dueña del hogar a sus sirvientes. Ahí les encargo a los niños.

Mientras María se alistaba para preparar la comida y Manuela limpiaba la casa, los niños anfitriones y el invitado se escabullían al cuarto de la señora Margarita y su esposo, Raúl Salinas Lozano. Carlos y Raúl encontraron en el armario el rifle calibre 22 de su padre. Se emocionaron y lo tomaron para jugar a los balazos.

Una hora después, al mediodía, Manuela estaba barriendo, no se dio cuenta de que el niño menor, el de tres años, le apuntaba a la frente con el arma. La bala le entró justo por abajo del ojo izquierdo, por el pómulo. El proyectil se guardó en la cabeza de Manuela para siempre. ¡¿Qué hicieron?! preguntó María a los niños al ver la escoba ensangrentada junto al cuerpo inmóvil de la niña: ¡Ya matamos a Manuela! Respondieron Carlos, Raúl y Gustavo con alegría.

La señora Margarita regresó a casa, se encontró un borlote. Policías y curiosos por todos lados. Manuela está muerta, le informaron. Todos al Ministerio Público. Niños, madre y cocinera rindieron declaración. Mientras el cuerpo de Manuela se enfriaba, mientras sus uñas empezaban a extrañar el tono rosado que da la circulación de la sangre, un investigador le preguntó al niño de tres años qué había pasado: “yo la maté de un balazo, soy un héroe”, respondió Carlos Salinas de Gortari. Estábamos jugando al “fusilamiento”, detalló.

Desde el 18 de diciembre de 1951 Carlos Salinas es noticia de ocho columnas. El periódico Excelsior publicó el hecho con el titular “Jugando a la Guerra Tres Niñitos Fusilaron a una Sirvienta”. Al final, la investigación resolvió que no hubo culpables, que Carlos, Raúl y Gustavo no sabían lo que hacían, que no alcanzaban a distinguir entre el bien y el mal.

37 años más tarde, aquel niño, el héroe sin noción de la maldad, se convertiría en Presidente de México. De Manuela ni el apellido se supo.



Foto del periódico Excelsior publicada en primera plana el 18 de diciembre de 1951, luego de que Carlos Salinas de Gortari matara a Manuela. Carlos a la izquierda y su hermano Raúl al centro.

jueves, mayo 14, 2009

No generalizo

"No generalices", me mandaron decir con la computadora algunos lectores del artículo Quizá nos lo merecemos... De acuerdo. Generalizar siempre es un negocio riesgoso, no se puede profundizar sobre una realidad social con argumentos atribuibles sólo a ciertos sectores, numerosos, sí, pero no alcanzan a toda la sociedad mexicana. Me disculpo por ello, aunque debo decir también que, al mismo tiempo, generalizar ayuda a observar un problema desde lejos, luego viene el desglose de los detalles. Como en la medicina, la producción de medicamentos se hace de forma general porque hay patrones de conducta celular predominantes, muy a pesar de la relativa individualidad de cada ser humano, ya después a cada quien se le receta lo que necesita.

Pero tienen razón, esta vez no generalizo y me concentro en un enunciado incluido en el mismo artículo: "Generamos personas que están en la política para hacerse millonarios, no para servir al país". Hace tres meses se difundió una grabación en la que Luis Téllez -nuestro ingenuo ex secretario de Comunicaciones y Transportes y ahora presidente de la Bolsa Mexicana de Valores- declaraba con la mano en la cintura que Carlos Salinas de Gortari se había robado la mitad de lo que llaman "la partida secreta", es decir, se guardó para sí millones de pesos que se ponen a disposición del Presidente de México para gastos políticos. Además del habitante de Los Pinos en turno, se supone que nadie debe saber a dónde va a parar ese dinero extraído de los impuestos que aportan los mexicanos.

A Luis Téllez lo corrieron del gobierno federal por esa y otras declaraciones, pero esta semana Miguel de la Madrid, presidente del país de 1982 a 1988, confirmó que Carlos Salinas sí se robó parte del dinero secreto más conocido del mundo. "Me siento muy decepcionado, me equivoqué (al elegir a Salinas como sucesor). Pero pues en aquel entonces no tenía yo elementos de juicio sobre la moralidad de los Salinas", le dijo a Carmen Aristegui, a quien de paso le corroboró la conexión de Raúl Salinas con narcotraficantes.

Carlos Salinas se defendió con una carta -para no equivocarse- utilizando una excusa de abogado leguleyo: asegura que Miguel de la Madrid está enfermo, loco pues. De la Madrid sí se escucha con limitaciones físicas, como si estuviera cerca del final de la carretera, pero también se le oye lúcido. Sigue las preguntas de Aristegui sin problema y cuando le parece necesario argumentar lo hace con claridad. Si su mente no da para más, como sugiere Salinas, ¿por qué el discurso no se le va por otro lado y responde que “El Pelón” era un boxeador muy malo o que los Salinas de Gortari eran una compañía circense interesantísima? Que tampoco estaría mintiendo, claro está.

La declaración de Miguel de la Madrid -aun cuando después haya firmado una carta donde aparentemente se retracta- debería ser suficiente para, por lo menos, iniciar una investigación seria sobre los bienes y los ingresos de Carlos Salinas y su pariente conocido como "el hermano 10 por ciento". Y de comprobarse los dichos de De la Madrid, se debe encerrar a los Salinas en alguna cárcel de alta seguridad y obligarlos a devolver lo que se hayan llevado, porque no les pertenecería a ellos, sino a los habitantes de México.

Un amigo me comentó que hace unos meses tuvo la oportunidad -¿o la desgracia?- de cenar codo a codo con Carlos Salinas. ¿Y qué te pareció? Es muy inteligente, pero más que eso, es un manipulador, me respondió. No lo dudo ni un segundo. El político mexicano es ventajoso e inmoral. Y no es que generalice, me refiero a un solo tipo de político mexicano, el cual parece tener la capacidad de habitar en las cabezas de la mayoría de nuestros gobernantes. El mismo tipo de político que es Carlos Salinas de Gortari, que deseaba dirigir México no para servir al país, sino para hacerse millonario.



Foto de Fabrizio León Diez/La Jornada. Carlos Salinas de Gortari dando la espalda.

jueves, mayo 07, 2009

Quizá nos lo merecemos...


Que tenga carro, si no, no. Con que esté buena, aunque esté pendeja. El peatón vale cinco puntos, el ciclista atropellado, diez. ¿Y tienes palancas? No. Uy, ya te chingaste. ¡Doctor por favor atiéndame, ya se me rompió la fuente! No señora, en este hospital no puede parir si no está asegurada. ¿Ya fuiste a París? Sí. ¿Y a Oaxaca? ¡Ay no! No me gusta ver gente pobre.

Sí, quizá nos lo merecemos. Que el mundo nos aísle. A todos. A toda la sociedad mexicana. No por una gripa contagiosa, sino por los desvalores que transmitimos. Somos un país que prefiere gastar en armas que en educación. Los científicos, los productores de conocimiento, son expulsados con descaro: ni espacios ni presupuesto para desarrollar ideas. A éstos se les aprovecha en todos lados, menos en México. No importa que la gente sea muy buena en lo que hace, se le bloquea, se le mete el pie. Ese es el contrato social.

Somos una sociedad capaz de producir gente que corta orejas, dedos y cabezas humanas. Generamos personas que están en la política para hacerse millonarios, no para servir al país. Todos somos responsables. Los que no tienen odian a los que sí, los que tienen desprecian a los que no. Nadie está satisfecho. Tienen que llegar terremotos o fenómenos naturales desastrosos para unirnos. Pero pasada la crisis, a chingar a su madre todos los demás, decimos.

En general estamos contentos con medios de comunicación que reproducen estereotipos inexistentes. Algunos de nuestros adolescentes son "Rebeldes", los demás quieren serlo. En el mundo hay por lo menos 442 deportes, de ellos, en México 441 están secuestrados por la televisión.

Cuando el mexicano sale al extranjero enaltece la riqueza histórica y cultural de los aztecas, mayas y hasta totonacas, y estando en el país los indígenas son unos nacos, unos naquitos en el mejor de los casos. Lo importado es exquisito, es lo máximo, lo mexicano es para paladares vulgares, barriobajeros.

No lo sé, quizá nos lo merecemos. Yo amo lo positivo del entorno donde nací y me formé, que también es mucho, pero cualquier sociedad que soporta hospitales donde la embarazada –derramando líquido amniótico– es rechazada por no tener seguro médico, es una sociedad inhumana, funesta.

Somos un país donde lo único que vale es el dinero, nada más. Y no importa cómo lo hayas hecho, si lo robaste o lo trabajaste, da igual, me caes bien si me invitas unas chelas. Si tienes una cuenta bancaria con muchos ceros a la derecha no vas a la cárcel aunque seas un asesino. Y si, por el contrario, los ceros están a la izquierda, te encierran años por un Gansito y un Boing que te llevaste sin pagar para engañar a las células que piden proteínas. Producimos riqueza suficiente para los 109 millones de mexicanos, pero sólo el 6 por ciento la acumula, un 44 por ciento es esclavizado de por vida y el 50 por ciento restante, que se joda.

Estoy de acuerdo. Que el mundo nos aísle para que no los contagiemos. Y que nos descubra otra vez dentro de varios decenios. Ojalá que para entonces seamos una mejor sociedad. Quizá lo merecemos…


Ambigüedades…
El artículo El virus de la malicia señala quiénes están utilizando el tema de la cepa AH1N1 para sacar provecho económico y restárselo a México, no más.
Foto tomada de Internet. La barrera que construye el gobierno estadounidense en la frontera con México.

Por Válek Rendón

sábado, mayo 02, 2009

El virus de la malicia

No dudo de la existencia de virus mutantes. Pero tampoco creo en las coincidencias, nunca lo he hecho. Hay un afán en los Estados Unidos –país con los medios de comunicación más influyentes del mundo– por crear aversión a lo mexicano. Primero nos culpan por su severo problema de adicción a las drogas; luego cierran la frontera a los camiones mexicanos; después llaman a no visitar México por la violencia; luego ensalzan a un narco mexicano, no una, dos veces en las revistas más leídas por los empresarios gringos, Forbes y Time; desde hace años que fomentan el odio racial contra los mexicanos al señalarnos como una amenaza para su seguridad nacional; y ahora algunos vivales descabezados aprovechan el tema de la influenza humana para pedir el cierre total de la frontera con México –por ejemplo, Jay Severin, locutor de radio en Boston, quien fue suspendido luego de acusar a los mexicanos inmigrantes en Estados Unidos como portadores de influenza humana–.

Para empezar este virus no se originó en nuestro país. Desde septiembre del 2008 la CDC –autoridad para el control y prevención de enfermedades en Estados Unidos- reportó que en diciembre del 2005 se dio un caso de lo que entonces llamaron “influenza porcina”. Y no fue en ningún estado mexicano, fue en Wisconsin, EU. Aquí el link. Partiendo desde ese punto ¿Por qué asegurar que fue en México donde se originó la epidemia? El problema pudo haber comenzado a expandirse desde entonces, la misma CDC lo admitió ya. Visto así ¿Por qué señalan sólo a México en los medios?

Ya con cifras más claras podemos situarnos en la realidad. En México, cada año mueren 14 mil personas a causa de infecciones respiratorias agudas, en el 2008 murieron 30 personas por influenza –la normal–, y hasta ahora se han confirmado 16 muertos por influenza humana en el último mes, según reportes de la Secretaría de Salud. La actual emergencia sanitaria es de cuidado, pero las técnicas gubernamentales al estilo de la revista Alarma en nada ayudan. Las acciones a tomarse, siendo éste un virus reciente, deben guiar al país a la independencia sanitaria, lo cual se alcanzará desarrollando nuestras propias vacunas.

Bajo ninguna circunstancia debe asumirse que el sistema de salud en México es eficiente, falta muchísimo por hacer en ese sentido, pero es importante también analizar otros aspectos de la situación que vive hoy el país, como es la campaña mediática en contra de México. Todo acto de comunicación es un acto de persuasión. ¿A quién y en qué forma puede beneficiar que se genere aversión a lo mexicano? Respondamos esto y encontraremos algunas señales.

Para contextualizar, los Estados Unidos viven hoy su peor crisis económica desde hace siete décadas y el 85 por ciento de las exportaciones mexicanas van a parar a ese país. México le vende a los gringos productos con valor de 580 millones de dólares cada día –alrededor de 8 mil millones de pesos diarios, al tipo de cambio actual–. Por tanto, una de las principales favorecidas con el paro de las fábricas mexicanas sería la economía interna estadounidense porque, en medio de su profunda recesión, si disminuyen las importaciones mexicanas se les presenta una oportunidad para reactivar varios de sus sectores productivos. El vacío que dejan los productos mexicanos demandados por la sociedad estadounidense puede incentivar la apertura de negocios y generar empleos al norte del río Bravo. Un sillón cómodo para disminuir su crisis. Detener una semana el intercambio comercial de México hacia Estados Unidos se traduce en 4 mil millones de dólares que en lugar de ir a parar a cuentas bancarias mexicanas se quedan en suelo estadounidense.

Recordemos que quienes se dedican a la macroeconomía no leen personas, leen números. Cruel. Pero así es. Pregúntenle a Agustín Carstens y a Guillermo Ortiz.

En turismo. México estima que el 80 por ciento de los 22 millones de paseantes internacionales que fueron al país el año pasado son gringos. Al gobierno estadounidense no le funcionaron sus llamados a "evitar" suelo mexicano por la violencia. “Entonces asegúrales que si van a México se van a morir”. Y ahora sí. No quieren ir ni con vuelo regalado. Y algunos turistas de ese país en lugar de gastar su dinero en Cancún, Puerto Vallarta o Los Cabos, lo harán en alguna playa de Florida o California.

Incluso, los Estados Unidos se ven beneficiados en cuestión de imagen, importantísima a la hora de hacer negocios. Ellos provocaron la actual crisis económica mundial y esto les sirve para desviar la atención. “Culpen al de al lado por algo más grave que puede acabar con la humanidad”.

No es que México sea el centro del mundo económico, pero de acuerdo con el estudio BRIMC, realizado por Goldman Sachs –una de las corredurías con más peso en el mundo–, la actual secuencia de factores socioeconómicos llevaría a Brasil, Rusia, India, México y China a convertirse en las economías más poderosas y dominantes del mundo para el año 2050, junto con Estados Unidos. La economía mexicana estará, según ese análisis, por encima de Alemania, Francia, Japón, Italia y mucho más cerca de la economía estadounidense de lo que está hoy. Lo cual a las actuales potencias no les conviene: más poder para otros países es igual a una menor capacidad de acción para ellos.

A China le achacan el virus del SARS. A los dragones asiáticos la influenza aviar. A México ahora la influenza humana o porcina o A/H1N1 o como le quieran decir -otro síntoma de desinformación, en un futuro la gente que no sepa pensará que en México hubo tres virus mortales-. A Brasil lo asocian con el VIH, algunos medios lo han llegado a comparar con África, la región más afectada por esta cepa. A Rusia y a la India todavía no los atacan por temas de salud, pero ya vendrá su correspondiente campaña mediática.

Este virus existe, de eso no hay duda, pero resulta curioso que la mayoría de los casos de influenza humana reportados en otros países son de personas que visitaron Cancún, cuando en todo Quintana Roo sólo se ha confirmado a una persona con influenza humana. O las autoridades mexicanas esconden más víctimas, o los países “amigos” se están sacando de la manga a enfermos de gripa y los presentan como portadores de la nueva cepa.

Al desprestigio de México en el mundo hay que agregarle la incapacidad de los servicios de salud mexicanos, que están contribuyendo como si jugaran con el equipo de enfrente. Primero reportaron 162 muertes relacionadas con influenza humana, generando pánico por el rápido crecimiento de las cifras, y ahora resulta que, hasta hoy, son 16 los fallecidos a causa de ese virus.

Piensa mal y acertarás, dice la sabiduría contemporánea mexicana. En México muchos creen que en los países más industrializados es imposible que haya malicia. Ni entienden los albures, dicen algunos riéndose. Pero si se trata de no perder dinero, los grupos de poder son capaces de lo que sea. El orden socioeconómico mundial es un bien incalculable, y ni Europa ni los Estados Unidos están dispuestos a convertirse en un futuro en los de abajo. En eso están trabajando. Para eso echaron a andar el virus de la malicia, que es más nocivo que el de la influenza humana.



Por Válek Rendón

jueves, abril 30, 2009

Nuestro cactus


Lo que parece lastimarnos es a veces lo que nos salva. Como en un desierto los cactus, dañinos en apariencia, te dan agua y te alimentan. Y de igual forma, la llamada “influenza porcina” puede servir para reestructurar el sistema de salud mexicano y mundial.

De 6 mil millones de personas que hay en la Tierra, cada año unas 100 millones son arrastradas a la pobreza debido a los altos costos de la atención médica, según la Organización Mundial de la Salud –que no cuenta a quienes se mueren sin llegar siquiera a conocer a un médico–. Hace 31 años, en Kazajstán, los países miembros de la ONU se comprometieron a lograr la cobertura global de servicios sanitarios. Pura palabrería. ¿A quién le importa hablar de salud universal cuando tenemos Mercedes-Benz y Audis tan bonitos por las calles? Es porque no está in discutir lo importante, lo que nos mantiene vivos.

Al final, en este desierto, estamos solos. Después de los hijos, de los padres, hermanos, de la novia, del novio, esposa o esposo. Más allá de todo, estamos solos. Por eso somos personas separadas, individuos. Pero el raciocinio es un don escaso y hay que aprovecharlo para reconocer que, al mismo tiempo, hay situaciones imposibles de solucionar de forma solitaria, como son las relacionadas con la salud. De ahí la necesidad de garantizarle a todos, todos, la atención médica, tanto preventiva como hospitalaria.

Si por precaución he de ponerme el tapanariz en la soledad de la ciudad, lo haré sin rezongar, pero a la boca, a las ideas, ni el miedo ni la fatalidad debe bloquearlas, hasta que todas las personas, sin distinciones de nada, tengan acceso a servicios de salud de calidad. Tal vez ese objetivo sea lo que nos ayude a transitar por este desierto... tal vez ese sea nuestro cactus.



Foto de Marco Ugarte/AP. Imagen del viernes 24 de abril en el metro de la ciudad de México.

Por Válek Rendón

jueves, abril 23, 2009

Desarrollado y sexy


Se abre la puerta del avión. Tiene la mano izquierda lastimada, lo llevan esposado y le pusieron un overol azul. Lo flanquean seis guardias de seguridad, pero él sonríe para los fotógrafos. Sus dientes contrastan con la negrura de su piel y de su situación. Parece no entender qué pasa. “Si eres encontrado culpable pasarás el resto de tu vida en la cárcel”, le informan. Entonces comprende y cambia la sonrisa por lágrimas incontenibles.

aaaAbdi Wali Abdulqadir Muse es un somalí de 15 años que fue trasladado a Nueva York el martes pasado para ser juzgado por piratería –la original, la marítima–. El 8 de abril, junto con otros tres somalíes, este corsario secuestró en el océano Índico un carguero de bandera estadounidense, el Maersk Alabama. Pidieron 2 millones de dólares para liberar el navío. Cuatro días después la US Navy los rodeó y, mientras negociaban el rescate con Abdi Wali, los francotiradores mataron a los otros tres piratas.

aaaPienso en el caso de este adolescente y lo asocio con las imágenes de niños somalíes víctimas de la hambruna. En Somalia el ingreso per cápita es de 600 dólares al año, ocupa la posición 190 según la CIA, de un total de 195 naciones. Tierra olvidada, devastada por la pobreza alimentaria. De ahí que en ese país muchos estén optando por el lucrativo negocio de secuestrar barcos. Pero Gran Bretaña, EU, Alemania, Italia y hasta China –maestros de la piratería moderna– tienen naves militares en la costa somalí para erradicar el mal.

aaaEs verdad que la carencia no justifica el afectar a otros, pero el mundo desarrollado y sexy sufre de Alzheimer: el Reino Unido se hizo rico con la piratería, saqueando las embarcaciones españolas repletas de lo que éstos a su vez robaban de América; los italianos exprimieron algunas regiones de África; los alemanes también; y los gringos le han robado la vida a millones mediante la explotación laboral. Se les olvidó que ellos para convertirse en gente "civilizada" hurtaron –y lo siguen haciendo– por todo el mundo sin control alguno.

aaa¿Quién es responsable por la pobreza en ese país africano? De 1884 a 1941, el 75 por ciento del territorio de Somalia fue una colonia italiana; el otro 25 por ciento fue colonizado por los británicos, desde 1884 hasta que Somalia logró su independencia en 1960. Italia y el Reino Unido se fueron sin pedir perdón. Mientras este niño somalí llora en un juzgado de EU, uno no hace sino pensar que en lugar de pelear por eliminar la piratería somalí, el mundo rico debería empezar por reparar los daños que le han hecho a los habitantes de Somalia. Quizá, si ya lo hubieran hecho, Abdi Wali en lugar de ser un pirata sería un habitante más de un país desarrollado y sexy.


Los otros piratas…
A los de The Pirate Bay (da clic aquí para ver el artículo), la corte de Estocolmo resolvió meterlos un año al bote y deben pagar una multa de tres millones y medio de dólares.
Foto de Manoocher Deghati/AFP/Getty Images. Víctimas de la hambruna en Somalia, 1993.

Por Válek Rendón

jueves, abril 16, 2009

Si hubiéramos sabido


Hace muchos años, allá por abril del 2009, un estudio del Banco Mundial advirtió que, de continuar el cambio climático, el 85% de la agricultura mexicana desaparecería. Como todos sabemos, sucedió. Buena parte de la biodiversidad del país murió también. Esos dos o tres grados centígrados de más nos cambiaron la vida para siempre, e hicimos muy poco por evitarlo.

Recuerdo con claridad que, unas semanas antes de publicarse aquella investigación reveladora y poco atendida, una organización no gubernamental convocó a no utilizar cualquier tipo de energía contaminante durante 60 minutos un sábado. Era algo meramente simbólico, es verdad, pero desde ahí pudimos constatar cuán concientes estaban las personas de los efectos del cambio climático. Muy pocos participaron.

¿En qué ayuda que yo deje de utilizar energía contaminante por una hora? Escuché decir muchas veces por aquella lejana época a mis vecinos de entonces, los alemanes. Ni siquiera en el mal llamado "primer mundo" se interesaban. Y así se fueron uniendo las personas medianas de todo el planeta, una a una sumándose a la inacción, a la irresponsabilidad. Con la certeza de que son incapaces de hacer nada por nada.

Si yo tuviera la oportunidad, regresaría en el tiempo, y haría mi parte para intentar –aunque sea intentar– que más y más personas comprendieran que nuestro estilo de vida está destruyendo la vida de verdad. Si tan solo hubiéramos sabido en aquel abril del 2009.
Foto de 20minutos.es. Una campesina mexicana cosechando.
Por Válek Rendón

jueves, abril 09, 2009

Día de campo


Entonces, miles y miles murieron. A veces el cielo se cae sobre las personas sin que entendamos todavía las razones ni los verdaderos efectos. Otros muchos, también entonces, comenzaron a vivir en la calle o en camiones. El hombre les platicaba lo anterior sobre el terremoto de 1985 en México, sus interlocutores lo miraron afligidos, como sintiendo la dificultad y el dolor de las víctimas. Eso fue el sábado pasado por la noche.

Para el lunes, como si fuera cosa de invocación o de artes ocultas, un terremoto de 6.3 grados en la escala de Richter mató –según se sabe hasta hoy– 283 personas en la zona central de Italia. A los miles de sobrevivientes les queda la desolación de perderlo todo y tres preguntas sin respuesta real: por qué en ese momento, por qué a esas personas, por qué en ese lugar.

Entonces, sonriente, sale un tal Silvio Berlusconi –el Carlos Slim de Italia pero con más poder porque es también el gobernante de ese país– y declara: Las víctimas del terremoto deberían ver esto como un fin de semana de campo, tienen todo lo que necesitan, medicinas y comida caliente. Ah qué Silvio, camina tranquilo sobre el agua mientras algunos entierran al familiar muerto.

En México, cuando el temblor del 85 estaba en su apogeo e intentábamos escapar de la casa, uno de mis hermanos se enredó con el cable del teléfono, tuvieron que cortar el inoportuno alambre para liberarlo. Funcionó a la perfección y, por ello, estoy pensando en mandar las mismas tijeras a Italia para que también ellos se libren, pero de su brillante Primer Ministro.

Quien no lo ha vivido no sabe, imagínate juntar los cuerpos de las víctimas de un terremoto, dijo el mismo hombre que hablaba del cielo en el suelo dos días antes del sismo en Italia. Y, en definitiva, el tal Silvio no sabe ni imagina nada. Un terremoto es todo, menos un día de campo.

El récord...
A la lista de oportunistas hay que agregar a quien se lleva el récord, Diana Patricia González Soto. A las 11:54 tomó protesta como diputada local en Coahuila y 26 minutos después pidió licencia… quiere ser diputada federal.
Foto de Reuters. Sobrevivientes del terremoto en L´Aquila, Italia
Por Válek Rendón

jueves, abril 02, 2009

Oportunistas


"Pues ojalá puedas agarrar un hueso", dice mucha gente para referirse al éxito laboral. Como si fuéramos perros. Y quizá de ahí viene la expresión porque, de acuerdo a sus acciones, mucha gente sí podría considerarse más cercana al comportamiento canino que al humano.

Gabriela Cuevas, hasta hace dos días delegada en Miguel Hidalgo, botó la encomienda para la cual la eligieron los habitantes de esta demarcación en el Distrito Federal. ¿Y por qué? Pues porque ahora quiere ser diputada federal. Una oportunista más sin vocación de servicio público. Nada más.

Y de esos abundan. Carlos Hermosillo, el grandote de Cerro Azul, es otro –ahora entiendo por qué aquel portero de apellido Comizzo le abrió la cabeza de una patada–. Tomó protesta como Director de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade) hace poco más de dos años y la intención era que, siendo él deportista, estuviera en el cargo seis años y transformara al deporte mexicano. Los abrazos y las pláticas sobre el futuro del deporte en México del 6 de diciembre del 2006 pueden ya echarse a la basura, también renunció hace dos días para buscar ser diputado federal. Otros dos años perdidos para el deporte mexicano por la falta de compromiso.

¿Otro ejemplo? Ana Guevara. Dejó el Instituto del Deporte del Distrito Federal para intentar ser delegada en Miguel Hidalgo. Va veloz tras su hueso.

Debería existir una ley sobre esto. Que los funcionarios públicos, a la hora de jurar el cargo, firmaran lo que van a hacer durante su mandato, y de no cumplirlo en cierto tiempo, a la calle y sin derecho a buscar otro puesto público en por lo menos un año –pues está probada su ineficacia–. La falta de mecanismos legales provoca que estemos llenos de oportunistas, servidores públicos a los que no les interesa servir al pueblo. Ellos lo único que quieren, lo que añoran... es un hueso.

Foto de Allsport UK /Allsport. Carlos Hermosillo vistiendo la camiseta de la Selección Nacional de México.
Por Válek Rendón