sábado, octubre 31, 2009

Los hacendados

Qué bonito es el centro de Moscú, pensó aquel joven hace ocho años mientras caminaba por Novy Arbat, el área financiera de la capital rusa. Admiraba la combinación, entonces notoria, de la arquitectura comunista con los diseños derivados de la Bauhaus. De pronto, observó a una serie de patrulleros moscovitas apostarse de forma abrupta en las esquinas de las calles aledañas a Novy Arbat, ignorando inmediatamente los semáforos y bloqueando el paso a todo transeúnte, motocicleta y carro que intentara atravesar la avenida. El muchacho trajo a su mente el pleito con los chechenos. Por precaución, se acercó a la entrada de una librería. Por si empieza el borlote, se dijo.

Escuchó sirenas acercarse rápidamente y la vida de los humanos se paralizó. Dos Mercedes-Benz negros, con placas de la FSB -agencia de seguridad del Estado ruso heredera de la KGB- comandaban la fugaz comitiva; detrás de ellos venía otro Benz, pero éste transformado en limosina y con banderines de la Federación Rusa al frente, lo rodeaba un enjambre de carros alemanes y motocicletas que abarcaban los cuatro carriles de la avenida con dirección al Kremlin. ¿Quién es? Preguntó el muchacho a una señora que también contemplaba el show. Putin, contestó ella, seca. Vaya dispendio de recursos. Mira que paralizar el centro de la ciudad para que su majestad Vladimir Putin pueda circular a exceso de velocidad y pasándose tantos altos como quiera, como si fuera de otro nivel, como si no hubiera sido una persona extraída de la sociedad rusa para representarlos, pensó el joven.

La Rusia de hace ocho años era un país tan o más desigual que el actual México, y los rusos, igual que los mexicanos, se enojan por los gastos innecesarios que sus gobiernos realizan. “¿Por qué hemos de pagarle esos privilegios a Putin?” le preguntó sin esperar respuesta una amiga rusa al joven que presenció la caravana.

Qué razón tenía aquella chica, piensa ahora el muchacho al ver que diputados y senadores mexicanos han aprobado que los humanos les paguen sus beneficios.
No sólo es reprochable que el gobierno federal mexicano quiera aumentar los impuestos en este instante, sino que lo hagan sobre los mismos de siempre, esa clase trabajadora a la que le quieren quitar más de su salario para pagarse sus comidas de miles de pesos, sus celulares, y sus choferes.

¿Por qué los directivos de los tres poderes de gobierno no pagan sus boletos de avión con dinero propio? ¿Por qué no pagan el peaje en carreteras? ¿Por qué les tenemos que pagar sus contratos de telefonía celular –incluidas las llamadas personales-? ¿Por qué les tenemos que pagar sus comidas a ellos y a sus invitados? ¿Por qué no pagan gasolina? ¿Por qué no pagan los carros que utilizan? ¿Por qué no pagan ellos mismos su seguro médico privado? ¿O por qué no se atienden en el ISSSTE como la ley manda a todos los trabajadores del Estado?

La Secretaría de Hacienda, comandada por un imperdible de vista Agustín Carstens –quien se cree más inteligente que varios laureados con el Premio Nobel de Economía-, alega que “se debe cubrir un boquete fiscal que hay en el gobierno federal”. No hay boquete fiscal, lo que hay son funcionarios abusivos que se dan la gran vida a costa del trabajo de los demás, lo que hay son –aquí también- privilegios absurdos. ¿Por qué aquellos que tienen un puesto de director de área para arriba en la administración federal, con salarios superiores a los 100 mil pesos mensuales, reciben todos los beneficios económicos posibles con dinero público, cuando ellos podrían pagarse las tantas prebendas que se otorgan a sí mismos? No, lo que hay es un boquete moral y ético. Lo que hay es un gobierno plagado de vivales que pretenden vivir como hacendados en un país en el que se supone que el esclavismo terminó hace 199 años. Esto nos demuestra que el servicio público en México no existe, es una farsa bien montada.

Así como los rusos de hace ocho años estaban enojados por los excesos de Putin -muchos lo siguen estando-, los mexicanos de hoy están irritados con su realeza. Que llamen a un referéndum para ver si México aprueba esta alza de impuestos, y, de paso, para ver si luego de dos meses de trabajo la ciudadanía renueva el voto dado en julio pasado a los legisladores, a ver si continúan con su estatus de hacendados.


Foto publicada en El Economista. Senadores votando el alza de impuestos.

2 comentarios:

  1. Los altos funcionarios de la administración pública federal ganan migajas comparados con sus contrapartes en el sector privado, incluidas prestaciones "meta-legales". Pasa al revés con los escalones bajos de la burocracia, que ganan más que sus contrapartes en el sector privado.
    Vamos a acabar con todos los privilegios: que los empresarios que eluden impuestos paguen, pero que también lo hagan los informales.
    Lo que se aprobó como paquete fiscal es un insulto. Si se le analiza, es posible ver que es la propuesta de Calderón tal cual la mandó excepto por la única propuesta que tenía sentido desde un punto de vista social y económico: el impuesto de 2% generalizado a todos los bienes, etiquetado para la lucha contra la pobreza a través de Oportunidades. Una vez más, se demostró que la sociedad mexicana (clase media para arriba) odia a sus pobres y, lo que es aún más revelador, a sus hijos.
    Lo peor es que el IVA a alimentos y medicina se va a aprobar cuando la quiebra del estado mexicano sea evidente (de aquí a 2014). Es algo inevitable. Y lo peor es que lo van a subir a 16%, que es la tasa actual. En 1997 la propuesta era homogeneizarlo a 10%. En lugar de preguntarnos como Hamlet "iva o no iva" deberíamos ver cómo hacer que esos recursos lleguen a los recursos de los más necesitados.
    Pero a fin de cuentas, la democracia se caracteriza por su cortoplacismo.

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  2. Excelente artículo. La vida que se dan los legisladores y los funcionarios públicos de alto rango es una burla para el pueblo de México, es indignante que teniendo un súper sueldo además tengamos que pagar por los servicios que utilizan.

    La democracia representativa se ha deformado a tal punto que es una mezcla de democracia y oligarquía, más lo segundo que lo primero, y claro, como las leyes las crean ellos, siempre buscan su propio beneficio, ¿qué hay de nosotros? ¿hasta cuándo permitiremos este abuso?

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