jueves, febrero 26, 2009

Tiempos de crisis



No saben si van a perder su empleo. Se congregan en masa para obtener lo que quieren. Gritan consignas contra el patrón. Y ofrecen discursos revolucionarios. Es la Alemania en crisis de estos días.

Que en México seamos profesionales de la marcha y la protesta no es una condición cultural, más bien es una consecuencia social provocada por la sola idea de imaginar el estómago vacío. Sólo que los mexicanos suelen ponerle un poco más de sabor al caldo.

Hoy, unos 15 mil trabajadores demandaban a gritos por las calles de Rüsselsheim que no les quitaran su trabajo. Familias enteras, niños pidiendo un futuro con pancartas, se manifestaron frente a las oficinas centrales de Opel en Alemania, la empresa fundada en 1863 que alguna vez fue el fabricante de autos más grande de este país conocido por su millonaria industria automotriz.

El problema comenzó hace mucho, en 1929 para ser exactos, cuando un gringo de nombre fiscal General Motors compró a Opel. Para estas empresas el sistema funcionó por mucho tiempo, los carros se vendían no sólo porque transportaban a la gente de una calle a otra, también porque la llevaban a puestos sociales específicos, dependiendo de cuánto impresionara el carrito. Hoy esas empresas están muriendo y con ellas muchos de los paradigmas con los que nos educaron.

No es que Alemania esté metida en un fuerte problema económico, es el mundo entero el que ha llegado a una etapa de transformación profunda en todos los niveles. Y si lo vemos con esperanza, es una oportunidad inmejorable de comenzar todo una vez más. ¿Por qué no? Quizá sea tiempo de olvidarnos de ese medio de transporte que mata a tanta gente diariamente, quizá sea tiempo de reconocer que la acumulación de capital desmedida –como todos los excesos– tiene que colapsar en algún momento, presa de sus propias trampas porque la ambición ciega no confía ni en sí misma. Estos tiempos de crisis son una oportunidad de reconstruirlo todo de nuevo, de renacer. Esta vez con conciencia social y humana.


A ver si le atino…
Frank-Walter Steinmeier. Buen orador, progresista, apoya a los trabajadores, próximo canciller de Alemania. Shtainmaia, un apellido que habrá que aprender a pronunciar o escuchar.
Foto de DPA
Por Válek Rendón

jueves, febrero 19, 2009

Manuel Buendía



1984. Iba saliendo de su oficina ubicada en Insurgentes, a la altura de la Zona Rosa en la ciudad de México. Pensaba en la conferencia de unos meses atrás y la sonrisa fue inevitable, sí que era verdad: los médicos entierran sus errores, los periodistas los publicamos. Una vez en el estacionamiento donde estaba el carro, sintió pasos tras de sí. Entonces quedó muy claro, en México los periodistas mueren a balazos cobardes, de esos que llegan por la espalda.

Manuel Buendía ya no terminó ese miércoles 30 de mayo de 1984. Sus investigaciones sobre las operaciones de la CIA en México y la ultraderecha del país le facilitaron enemistades de alto nivel suficientes para amedrentar a varias decenas de informadores. Hoy no se habla de libertad de prensa en México sin evocarlo.

Curioso, a los asesinos los atraparon cinco años después. ¿Quiénes son? José Antonio Zorrilla Pérez –autor intelectual–, jefe en ese tiempo de la Dirección Federal de Seguridad; y Juan Rafael Moro Ávila –el que dispara por la espalda–, nieto del ex presidente Manuel Ávila Camacho y ex agente de la misma DFS. Un gobierno convertido en especialista de la muerte y censor burdo.

Hoy, nada curioso, los asesinos conocidos de Manuel Buendía están otra vez en la calle sin completar su condena. A Rafael Moro Ávila se le puede ver en YouTube alegando ser un cabeza de turco. Lo sea o no, Buendía fue asesinado por hacer periodismo y hasta ahora nada ha cambiado, México es el país más peligroso del mundo para los periodistas después de Irak, sólo en 2008 se cargaron a otros 10 reporteros mexicanos –de un total de 109 a nivel global, según la Federación Internacional de Periodistas–.

De cierta forma, el mismo Manuel Buendía reportó su muerte en vida, con una anticipación propia del buen periodista. “A mí me matarán por la espalda”, afirmó. Así fue. Cinco balazos le dieron.


Foto tomada de la Fundación Manuel Buendía
Por Válek Rendón

jueves, febrero 12, 2009

Sobre su guerra contra el narco



Su guerra. Porque no es mía ni del pueblo mexicano. Es del gobierno federal, esa partida de funcionarios que prefiere gastar en armamento que en educación; son ellos quienes prefieren un plan irracional, como es atacar la violencia con violencia, sobre uno más humano y de efectos duraderos. Quizá porque el segundo implicaría más trabajo para los burócratas.

Mientras haya música hay fiesta. Y si en Estados Unidos y en México mismo, la tonada que altera los sentidos sigue siendo bien recibida, quienes la producen seguirán teniendo mucho trabajo para calmar las ganas de poner la mente a bailar. Y si no quieren que sea así, pues que cambien el sistema socioeconómico para eliminar la proporcionalidad entre la demanda y la oferta, al cabo son especialistas en planes alocados.

Hace unos años, no recuerdo de quien (creo que de Ignacio Solares), leí que al enemigo hay que salirle de una forma que no espera. Es decir, si en este caso para el narco las armas y los asesinatos son un estilo de vida, éste espera que se le responda con modos similares, por lo que, mucho más efectiva y perdurable podría ser una estrategia educativa y de salud pública que busque atacar el origen, que es la adicción a las drogas.

Lo anterior en México, si en Estados Unidos no buscan disminuir el consumo –porque no quieren, es un negocio millonario allá también–, pues mejor para nuestro país porque, yendo más lejos, aunado a la campaña de educación y rehabilitación, se podría salirle al narco de un modo que no espera reconociendo en él a ese empresario exitoso que ya es, el cual usa pistolas, además de porque le gusta, porque se le persigue, como se perseguía a los productores y distribuidores de alcohol hace no mucho en las calles de Chicago.

Para ello, podríamos tomar la sugerencia de legalizar la mariguana que ayer hizo Ernesto Zedillo, de quien no se entiende por qué no lo propuso cuando era presidente de México. Entonces, los capos –ya instituidos en empresas con nombres como Viajes El Chapo S.A. de C.V. o La Planta Sagrada S.A. de C.V. – tendrían que pagar, como todos los demás negocios legales, impuestos para la educación, la salud y el desarrollo social. Sin perder de vista que lo anterior no quita que se les juzgue también por sus crímenes hasta ahora cometidos.

Sería positivo aprovechar este momento, especialmente porque Barack Obama, con su propia voz, aceptó haberle dado unos jalones a esta droga cuando joven. No tendría autoridad moral para oponerse. Pero no, al gobierno mexicano le tiemblan las piernas, se pierde imaginando la respuesta de su par en Washington DC. Se pierde en ese laberinto que se construyó a sí mismo y del que ahora no sabe cómo salir. Y mientras, los ciudadanos, recibimos como su mejor respuesta la brutalidad de la artillería, militares con licencia para matar y el sacrificio de personas inocentes.


Por Válek Rendón

lunes, febrero 02, 2009

¿Qué es una paradoja?

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Ayer, luego de meses de no sintonizar ningún partido de los Pumas de la Universidad, decidí que era tiempo de verlos meter goles. Dicen que están jugando bien, van de líderes; seguro le ganan al choricero campeón del futbol mexicano, me animé. Perdieron. Y sin tocar las redes contrarias.

Es mejor que la Universidad se dedique a lo que hace bien, pensé decepcionado. Para qué patear la pelota si se le puede recordar permanentemente al gobierno y a las instituciones del país su responsabilidad social. Apenas hace unos días el rector José Narro Robles lamentó que las afores, estructuras creadas con el fin de “cuidar” los ahorros de los trabajadores para cuando éstos se retiren, hayan apostado y perdido muchos millones de esos pesos que los empleados formales se ven obligados a confiarles.

Al trabajador afectado le harán comparaciones ridículas, con dibujitos, para explicarle la crisis económica mundial y sus efectos directos en la disminución de lo que recibirá cada mes cuando llegue su jubilación; mientras, en sus juntas administrativas, los banqueros de alto rango sonreirán por las sustanciales ganancias que tienen en México. Sólo Bancomer, propiedad del banco español BBVA, se embolsó 31 mil 566 millones de pesos en ganancias durante el 2008. Unas moneditas nada más.

Sobre todo, habría que escuchar al rector cuando afirma que, al menos en México, no sólo es necesario un rescate económico, sino que también urge un rescate social. Y es que uno se pregunta –sabiendo la respuesta de antemano, claro– cómo sí es posible invertir tanto dinero para salvar a los bancos en poco tiempo, pero no se puede hacer lo mismo para erradicar el analfabetismo del país, o para evitar que tantos niños sigan creciendo con desnutrición, o para permitirle a más del 26% de los jóvenes estudiar una carrera universitaria, o tantos otros ejemplos que se podrían dar. Son de esas cosas que uno se resiste a entender. Justo como tampoco entiendo cómo la derrota de los Pumas futbolistas contra un Toluca embutido en la defensa, terminó convirtiéndose en motivo de orgullo. Vaya paradojas.


Foto de José Antonio López
Por Válek Rendón