“No, créeme, mi ciudad está muy cerca del Tíbet y yo te puedo decir que los tibetanos son gente muy violenta”, me dijo mi amiga china. “¿Segura? Porque en todo el mundo se tiene la percepción de que el agresivo es el gobierno chino”, la cuestioné sin sacarla de su primera posición.
“Lo que pasa es que les lavan el cerebro, el gobierno chino bloquea páginas de Internet, canales de televisión y todo tipo de mensajes que pudieran dañar la imagen de china”, me comenta otra amiga asiática. Pero no les importa qué se diga afuera, lo que les preocupa es cómo perciben los chinos a China, no más.
Y adentro, los más de dos millones de soldados chinos reprimen manifestaciones, no con toletes que dejan la piel morada por unos días, sino con bayonetas que dividen a una persona en dos. Lo acaban de hacer con la minoría Uighur matando cientos de personas, y lo harán otra vez sin dudarlo y sin dejo de remordimiento posterior. Y su gente, al estilo terrorífico de los Estados Unidos, cree firmemente que su gobierno actúa para defenderlos. ¿Qué pasará cuando China sea más poderosa que Estados Unidos y esté en posición de invadir tantos países como les plazca?
“¿Y estás consciente de que China será el próximo imperio del mundo?”, le pregunto a mi amiga china. Sí, responde. “Bueno, pues sólo espero que no sean peor que los Estados Unidos”. Y mi amiga china sonrió, sin decir palabra.
Foto de DPA. Una mujer uighur protesta por el arresto de su esposo y otros cerca de mil 400 hombres pertenecientes a la misma minoría étnica.
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