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Ayer, luego de meses de no sintonizar ningún partido de los Pumas de la Universidad, decidí que era tiempo de verlos meter goles. Dicen que están jugando bien, van de líderes; seguro le ganan al choricero campeón del futbol mexicano, me animé. Perdieron. Y sin tocar las redes contrarias.
Es mejor que la Universidad se dedique a lo que hace bien, pensé decepcionado. Para qué patear la pelota si se le puede recordar permanentemente al gobierno y a las instituciones del país su responsabilidad social. Apenas hace unos días el rector José Narro Robles lamentó que las afores, estructuras creadas con el fin de “cuidar” los ahorros de los trabajadores para cuando éstos se retiren, hayan apostado y perdido muchos millones de esos pesos que los empleados formales se ven obligados a confiarles.
Al trabajador afectado le harán comparaciones ridículas, con dibujitos, para explicarle la crisis económica mundial y sus efectos directos en la disminución de lo que recibirá cada mes cuando llegue su jubilación; mientras, en sus juntas administrativas, los banqueros de alto rango sonreirán por las sustanciales ganancias que tienen en México. Sólo Bancomer, propiedad del banco español BBVA, se embolsó 31 mil 566 millones de pesos en ganancias durante el 2008. Unas moneditas nada más.
Sobre todo, habría que escuchar al rector cuando afirma que, al menos en México, no sólo es necesario un rescate económico, sino que también urge un rescate social. Y es que uno se pregunta –sabiendo la respuesta de antemano, claro– cómo sí es posible invertir tanto dinero para salvar a los bancos en poco tiempo, pero no se puede hacer lo mismo para erradicar el analfabetismo del país, o para evitar que tantos niños sigan creciendo con desnutrición, o para permitirle a más del 26% de los jóvenes estudiar una carrera universitaria, o tantos otros ejemplos que se podrían dar. Son de esas cosas que uno se resiste a entender. Justo como tampoco entiendo cómo la derrota de los Pumas futbolistas contra un Toluca embutido en la defensa, terminó convirtiéndose en motivo de orgullo. Vaya paradojas.
Foto de José Antonio López
Por Válek Rendón
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