jueves, febrero 19, 2009

Manuel Buendía



1984. Iba saliendo de su oficina ubicada en Insurgentes, a la altura de la Zona Rosa en la ciudad de México. Pensaba en la conferencia de unos meses atrás y la sonrisa fue inevitable, sí que era verdad: los médicos entierran sus errores, los periodistas los publicamos. Una vez en el estacionamiento donde estaba el carro, sintió pasos tras de sí. Entonces quedó muy claro, en México los periodistas mueren a balazos cobardes, de esos que llegan por la espalda.

Manuel Buendía ya no terminó ese miércoles 30 de mayo de 1984. Sus investigaciones sobre las operaciones de la CIA en México y la ultraderecha del país le facilitaron enemistades de alto nivel suficientes para amedrentar a varias decenas de informadores. Hoy no se habla de libertad de prensa en México sin evocarlo.

Curioso, a los asesinos los atraparon cinco años después. ¿Quiénes son? José Antonio Zorrilla Pérez –autor intelectual–, jefe en ese tiempo de la Dirección Federal de Seguridad; y Juan Rafael Moro Ávila –el que dispara por la espalda–, nieto del ex presidente Manuel Ávila Camacho y ex agente de la misma DFS. Un gobierno convertido en especialista de la muerte y censor burdo.

Hoy, nada curioso, los asesinos conocidos de Manuel Buendía están otra vez en la calle sin completar su condena. A Rafael Moro Ávila se le puede ver en YouTube alegando ser un cabeza de turco. Lo sea o no, Buendía fue asesinado por hacer periodismo y hasta ahora nada ha cambiado, México es el país más peligroso del mundo para los periodistas después de Irak, sólo en 2008 se cargaron a otros 10 reporteros mexicanos –de un total de 109 a nivel global, según la Federación Internacional de Periodistas–.

De cierta forma, el mismo Manuel Buendía reportó su muerte en vida, con una anticipación propia del buen periodista. “A mí me matarán por la espalda”, afirmó. Así fue. Cinco balazos le dieron.


Foto tomada de la Fundación Manuel Buendía
Por Válek Rendón

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