No saben si van a perder su empleo. Se congregan en masa para obtener lo que quieren. Gritan consignas contra el patrón. Y ofrecen discursos revolucionarios. Es la Alemania en crisis de estos días.
Que en México seamos profesionales de la marcha y la protesta no es una condición cultural, más bien es una consecuencia social provocada por la sola idea de imaginar el estómago vacío. Sólo que los mexicanos suelen ponerle un poco más de sabor al caldo.
Hoy, unos 15 mil trabajadores demandaban a gritos por las calles de Rüsselsheim que no les quitaran su trabajo. Familias enteras, niños pidiendo un futuro con pancartas, se manifestaron frente a las oficinas centrales de Opel en Alemania, la empresa fundada en 1863 que alguna vez fue el fabricante de autos más grande de este país conocido por su millonaria industria automotriz.
El problema comenzó hace mucho, en 1929 para ser exactos, cuando un gringo de nombre fiscal General Motors compró a Opel. Para estas empresas el sistema funcionó por mucho tiempo, los carros se vendían no sólo porque transportaban a la gente de una calle a otra, también porque la llevaban a puestos sociales específicos, dependiendo de cuánto impresionara el carrito. Hoy esas empresas están muriendo y con ellas muchos de los paradigmas con los que nos educaron.
No es que Alemania esté metida en un fuerte problema económico, es el mundo entero el que ha llegado a una etapa de transformación profunda en todos los niveles. Y si lo vemos con esperanza, es una oportunidad inmejorable de comenzar todo una vez más. ¿Por qué no? Quizá sea tiempo de olvidarnos de ese medio de transporte que mata a tanta gente diariamente, quizá sea tiempo de reconocer que la acumulación de capital desmedida –como todos los excesos– tiene que colapsar en algún momento, presa de sus propias trampas porque la ambición ciega no confía ni en sí misma. Estos tiempos de crisis son una oportunidad de reconstruirlo todo de nuevo, de renacer. Esta vez con conciencia social y humana.
A ver si le atino…
Frank-Walter Steinmeier. Buen orador, progresista, apoya a los trabajadores, próximo canciller de Alemania. Shtainmaia, un apellido que habrá que aprender a pronunciar o escuchar.
Foto de DPA
Por Válek Rendón