martes, noviembre 27, 2012

El director de México



Cuando se filma una telenovela el director genera la logística necesaria para que se muestre sólo lo que él quiere. Para lograrlo rentan casas, graban cuando todos duermen, cierran calles o dividen el espacio físico. Estos muros se tienden para establecer diferencias, para separar el mundo ficticio del real. Y se hace así porque en la televisión se vive de ilusiones, se vive de ignorar otras vidas. Una filmación es, en suma, una autocracia donde el director es quien decide qué sale en pantalla.

Tender vallas es también una característica de gobiernos autoritarios, ahí está la historia. Por ello resulta interesante que el "señor telenovela" –como llamó el semanario alemán Der Spiegel al próximo presidente de México– haya mandado cercar el Palacio Legislativo de San Lázaro, un claro signo de que el priista pasará su mandato en un set, aislado, gobernando para sí y para los que quedaron dentro de su muralla. A los demás, ni los quiere ver ni los quiere oír. Son los usos y costumbres de su gente, son las telenovelas del PRI que ya hemos visto.

Desde que Peña Nieto se refugió de una parte de la sociedad mexicana en el baño de la Ibero decidió no ser presidente, sino director de México. Decidió vivir en una isla donde la inclinación de la cámara estuviera garantizada. Y a pesar de que hoy Peña pidió remover el cerco de San Lázaro, su mentalidad quedó expuesta. Reafirmó que su mandato no representará a los mexicanos, será la grabación de una tierra ficticia que llamarán México –como el país–, el contenido se enfocará en las hazañas del director y sus trabajadores serán aduladores que buscan engrosar sus cuentas bancarias.

Vivimos la gran falacia de la "democracia" mexicana. Legisladores, presidentes y gobernadores llegan a los puestos de "elección popular" apoyados por el viento apacible que generan los productores –empresarios y políticos de toda la vida–, no por el voto de la gente. Y lo más decepcionante de esta grabación es que la sociedad mexicana no aparece en los créditos.

El próximo director de México cree que la imagen creada de sí mismo como el restaurador del régimen priista es demasiado buena como para que se la amarguen. La telenovela está montada, tiene presupuesto, sets, staff y actores, ahora sólo hay que quitar a la gente de verdad para que se vea lo que quiere el director de México.

viernes, septiembre 28, 2012

Su futuro está en el pasado


Sigan empujando. Como lo hizo la clase acomodada del México de finales del siglo XIX. Su lógica dictaba: no importa sobre quién haya que pasar, las grandes fortunas personales se construyen empujando y explotando. Y así lo hicieron durante décadas con la ilusa esperanza de que nadie nunca se quejaría.

Los ataques raciales, sociales, económicos, armados, ideológicos y hasta espirituales se convirtieron en una constante. La calidad de vida de casi todos los mexicanos cayó a niveles infrahumanos y en muchos casos la muerte significaba –como relatan crónicas de la Revolución– el encuentro más feliz.

Los legisladores de entonces, conocidos como "los científicos", apretaron y los mexicanos, sin alternativas a la mano, sólo encontraron consuelo en la noche habitada por los nahuales. Hoy, un siglo después, el pueblo de México vuelve a estar en la misma posición, en una guerra abierta entre gobernantes y habitantes.

En el país, todos lo saben bien, gobierna el dinero. Gobiernan los grandes empresarios, la mayoría de ellos con aspiraciones vulgares de convertirse en un Carlos Slim chiquito. En las laptops de los dueños de las grandes empresas se escribió esta reforma laboral, no en otro lado. El presidente, los diputados y los senadores son los médiums del espíritu que de verdad manda en el país.

En el México de principios del siglo XX el gobierno traspasó las fronteras más elementales, el malestar escaló y con ello entró en vigor la máxima bélica: gana el que no se rinda… o el que sobreviva. A eso aspiran sin saberlo nuestros legisladores, pues empujan con las mismas técnicas, la guerra de clases se disfraza de legalidad con reformas hechas por los "representantes" del pueblo; creando así el fantasma de que la vergüenza es de la mayoría y no de unos cuantos, porque con la culpa siempre viene una resignación.

La ayuda para los casi 50 millones de mexicanos que viven con 60 pesos al día o menos no vendrá por órdenes de ningún Madero, pues el nieto es un "científico" consumado. Tampoco habrán bombardeos certeros, pues la División del Norte ahora es sólo una calle. La ayuda para México en esta época sólo vendrá de la conciencia colectiva y el sentido común que nos dice al oído que la equidad social es la única cura para un país donde la ilegalidad y la pobreza son lo cotidiano.

De aprobarse de forma definitiva como está la reforma laboral impulsada por el PRI y el PAN, será una muestra más de que México es huerto frondoso de pocos y tierra infértil de muchos. En esa reforma está la fábrica de pobres a los cuales les comprarán el voto en seis años.

El poder no conoce de razones hasta que otra fuerza se planta enfrente, justo como le ocurrió a "los científicos" de hace cien años; pero nuestros legisladores de historia saben poco o nada, por eso siguen empujando. Sigan empujando, su futuro está en el pasado.



Correos electrónicos de los diputados de la Comisión del Trabajo que votaron a favor de la reforma laboral que legaliza el abuso de los empresarios en contra de los trabajadores:
luis.aldana@congreso.gob.mx

patricia.araujo@congreso.gob.mx
marco.barba@congreso.gob.mx
juan.bueno@congreso.gob.mx
antonio.cuellar@congreso.gob.mx
jorge.delangel@congreso.gob.mx
patricio.flores@congreso.gob.mx
francisco.grajales@congreso.gob.mx
hector.gutierrez@congreso.gob.mx
karina.labastida@congreso.gob.mx
leticia.mendoza@congreso.gob.mx
abraham.montes@congreso.gob.mx
esther.quintana@congreso.gob.mx
marcelo.torres@congreso.gob.mx
alfredo.zamora@congreso.gob.mx
carlos.aceves@congreso.gob.mx
ricardo.pacheco@congreso.gob.mx
fernando.salgado@congreso.gob.mx
rafael.micalco@congreso.gob.mx
tomas.torres@congreso.gob.mx



Imagen de #YoSoy132Veracruz

lunes, septiembre 03, 2012

Más de uno


A uno siempre le gustaría que hubiera alguien con más agallas y trepara la valla. Alguien que no huyera de nada como lo hacemos los hombres. Alguien que no usara pretextos mundanos para decir que, justo en este instante, uno no puede hacer nada, pero si los tiempos fueran diferentes, otra cosa sería.


Uno sueña con que llegara un Zapata y lo pudiéramos identificar sin chistes, sin juegos sociales y sin esperar el tiempo de rigor ni a editores que nos dirían que el personaje que tenemos enfrente es un héroe. Sería ideal que un árbol nos dijera con las hojas quién será recompensado con vida eterna en los libros y con placas en las esquinas de los edificios que nadie ve.

Uno desearía que llegara el héroe o la heroína que trepara la valla, corriera entre la gente vestida de policía y entrara por la puerta principal para romper un papel que al final vale lo mismo que una piedra puntiaguda. Y que a partir de entonces el país cambiara de mirada, las montañas se pondrían guapas con cimas más blancas, los bosques se forrarían de verdes incomprensibles para el ojo humano y nuestros pueblos se llenarían de bienestar impostergable. Pero esto no es así, nadie cambia el rumbo de un país solo, sólo con desearlo.

Y es que es muy romántico imaginar que un otro –un auditor, una diosa, un magistrado, una hija o un jardinero, da igual– tomará a esa persona que uno cree equivocada y le hará ver la película del mundo como nosotros la vimos. Así, el que está parado del otro lado del andén tendrá un arranque que le dará el impulso suficiente para ponerse a salvo y cambiar de dirección. Y por fin nos montaremos en el mismo tren que, sin duda, luego vendrá de regreso con nosotros arriba.

A uno siempre le gustaría que llegara alguien que trepara la valla, pero esto sólo sucede en los libros de historia porque no es verdad, porque para cambiar a un país es necesario, siempre, más de uno.

martes, agosto 07, 2012

Celebración de la vida


Para los personajes de mi vida:

4 de agosto de 2012.


Cuando recién llegué a México de la maestría, en el año 2009, no tenía trabajo ni nada específico qué hacer. En esa búsqueda, un día en el Metro delante de mí iba una niña, de unos 14 años. Los dos íbamos parados. Luego, el conductor del convoy frenó de forma repentina y la niña, que no iba tomada de ningún pasamanos, perdió el piso. Al caerse se golpeó en la cabeza con mi rodilla derecha. La niña comenzó a convulsionar. Alguien jaló la palanca de emergencia y ninguno de los que estábamos a su alrededor fuimos capaces de ayudarla realmente. Su convulsión se detuvo sola. Así, una señora que iba con ella, quizá su madre o su abuela, la bajó del tren con la mirada perdida. La niña se sentó en el piso del andén, las puertas cerraron y nunca más supe nada. Si está bien, no lo sé. Si debí pedirle perdón por ir junto a ella, tampoco nunca lo sabré. Lo que sí sé, es que la vida a veces frena de forma repentina. Y en ocasiones nos tira y nos deja con la mirada perdida. A todos nos pasa.

Por eso los invitamos hoy, no para celebrar un doctorado que todavía no existe, tampoco para festejar un cambio de casa o que me hayan becado, y mucho menos estamos aquí para despedirnos.

Los invitamos porque nos dieron ganas de celebrar la vida; la misma vida que se nos escapa a cada instante y que así como nos deja nos vuelve a atrapar a punta de sonrisas, de emociones, de amigos insustituibles, de madres, padres, hermanos y familia que siempre nos hacen recuperar la conciencia y la mirada enfocada. Es como la vida hace poesía: nos da personajes, momentos y sensaciones, y nosotros le ponemos el sentido que queramos.

En este momento la vida ha hecho una obra magnífica, porque me ha permitido estar con muchos de los personajes que le han aportado más a mi existir. Con los que he soñado, los que me inspiran, los que me hacen querer ser mejor persona.

Estoy en una situación inmejorable, y nada tiene que ver con títulos creados por una convención social. Mi abuela materna era una mujer que por su contexto no pudo ni terminar la primaria y aun así le enseñó a multiplicar a uno de mis hermanos.

Así que esto nada tiene que ver con títulos. Se trata de reconocernos vivos, de aceptarnos únicos e irrepetibles; se trata de vivir a lo ancho.

Aquella niña que convulsionó al golpearse con mi rodilla, quizá, cuando recuperó la mirada sólida, comprendió como lo hice yo, que la vida es para abrazarla con fuerza; que se debe vivir a lo ancho, porque a lo largo no tenemos ninguna certeza.

Aunque tal vez es necesario aclarar que vivir a lo ancho no se trata de acabarse el mundo en un instante. No se trata de que nos mate la vida, sino de repartirnos ideas y emociones los unos a los otros, de encontrar retos fascinantes.

Puedo decirles con toda honestidad que si no estuvieran todos ustedes conmigo de nada habría servido volver a latir. Mi vida la han hecho ustedes, la gente que quiero, y les agradezco que hayan creado esta extensión de su ser que soy yo.

Porque un papel que diga que tengo un doctorado lo podría haber impreso en mi casa y no habría tanta diferencia, pero si ustedes no fueran parte de mí, mi familia, mis amigos, mis grandes maestros, si alguno de ustedes no fuera un personaje recurrente en mi vida, mi corazón no latiría con tanta fuerza como lo hace hoy.

Festejemos pues el estar vivos. Hagamos juntos, por siempre, esta gran celebración que es la vida.

lunes, julio 30, 2012

La escuela nueva



Nuestro sistema educativo es una desgracia. El alumno más destacado es el que obedece y se queda callado, no el que debate, no el que replica, no el que cuestiona, no el que trata de generar soluciones novedosas.
La creatividad ha sido disminuida al máximo, tanto en los estudiantes como en los maestros. En algún punto de la historia compramos que todo está hecho, que todo está escrito y no hace falta más que seguir la receta para crear personas que sepan poner una letra tras otra o multiplicar.
No es sólo un problema del sistema educativo en México, es en todo el mundo. El supuesto desarrollo económico y social al que aspiran la mayoría de las sociedades conlleva una alienación que permite a la gente pensar, pero sólo como lo hacen los demás, salirse de ahí está prohibido; la idea de civilización trae consigo la homologación de habilidades, la ruptura del aprendizaje continuo que es la vida para convertir a la gente en “especialistas” que no pueden salirse de su campo de trabajo.
Y entonces nuestros niños sólo hablan de convertirse en alguien que ya existió. Nuestras sociedades han logrado que casi todos los individuos se olviden de su singularidad para querer convertirse en alguien más. Se perdió la unicidad, el ser irrepetible está en extinción porque nos enseñan a avergonzarnos de nuestras rarezas.
Y la escuela actual, de forma deliberada, juega el papel del villano. La escuela, entendida como un espacio donde uno aprende del otro, donde el maestro facilita recursos para que el estudiante explote de manera elegante en la mente de los demás, donde el estudiante no sólo es capaz de inferir que algo escrito no es cierto, sino que además lo reta y lo pone a discusión, esa escuela es la única que puede generar libertad, libertad de pensamiento, de hacer o deshacer, la libertad que sabe discernir entre el hacer injusto y el deshacer responsable.
Quizá no me toque conocer una escuela nueva, una a la cual los niños amen ir no sólo para ver a sus amigos, una que les despierte interés por conocer cómo funcionan las cosas y los seres vivos, una que les muestre que el mundo no está concluido, por el contrario, se reconfigura todos los días. Una que le dé la confianza a cada niño para entender que tienen aún mucho por hacer, por inventar, por descubrir, por escribir. Aunque no me toque verla en plenitud, confío en que la escuela cumplirá un día con su encomienda.
Hoy termino mi ciclo en el proyecto periodístico por el que más pasión he sentido. Le agradezco al lector deseoso de cambiar la realidad educativa. Sigamos poniendo la educación a debate para crear la escuela nueva.
Twitter: @ValekRendon
valek.rendon@gmail.com

domingo, julio 01, 2012

Hoy voto por Andrés Manuel

Se terminó el tiempo del egoísmo, es falso que sólo unos cuantos puedan estar bien, es falso que no alcanza para todos. En un país como México para todos hay, el problema son los mexicanos hechos en la escuela que cree en aplastar al otro para generar riqueza.

Para mí el PRI representa el autoritarismo, la corrupción, un partido que sueña con que siempre existan los pobres para cada seis años comprarles su voto mientras ellos en el gobierno se reparten contratos a placer.

Además, el PRI es un partido ligado a la muerte. Al menos en mi profesión. De 72 periodistas que han sido asesinados en los dos sexenios panistas, el 70 por ciento han ocurrido en estados gobernados por priístas. No es casualidad, ellos no conocen la democracia ni les agrada la libertad de expresión. Habiendo tenido a Enrique Peña Nieto a dos pasos de mí pude confirmar esta naturaleza de los priístas.

El PRI es la vuelta al pasado, a lo que ya no existe. Votar por este partido es querer anclarse a una realidad ajena, propiedad de los mexicanos del siglo anterior.

La ciudad donde se vive mejor en México es el Distrito Federal y esto es gracias a las políticas que implementó Andrés Manuel López Obrador como Jefe de Gobierno y a las cuales Marcelo Ebrard les dio seguimiento.

López Obrador es para mí el único candidato a la Presidencia en el que encuentro un balance entre la equidad y la justicia social en armonía con el desarrollo económico. Ahí está como prueba la realidad del DF: la octava ciudad más rica del mundo, con un ingreso per capita que triplica al promedio mexicano y un Índice de Desarrollo Humano similar al de los países con mayor bienestar, según las Naciones Unidas. Aquel que repita que Andrés Manuel López Obrador es comunista o socialista no sabe de lo que habla.

El voto no debe decidirse al pensar cómo me va mejor, sino al responder a la pregunta "cómo nos va mejor", para eso los humanos nos agrupamos en sociedad. Pero si cada quien sólo ve por sí mismo el resultado es la jungla en que se vive en muchas regiones del país.

A México le urge equidad, justicia social. Se terminó el tiempo del egoísmo. Por eso hoy voto por Andrés Manuel.