miércoles, marzo 11, 2009

En otro espacio, en otro tiempo


Las sociedades y los gobiernos, de todo el mundo, por un lado condenan el asesinato, pero por el otro lo respaldan. La dualidad parece ser naturaleza humana, el doble discurso es perfecto cuando nos conviene.

La historia de terror del adolescente alemán de 17 años que hoy mató a 16 personas e hirió a otras tantas en una escuela al sur de Alemania me hizo recordar a Stephen Glass, un periodista que de 1995 a 1998 inventó, parcial o totalmente, 27 historias publicadas en la entonces prestigiosa revista estadounidense The New Republic.

Glass fue descubierto y, por faltar al principio más básico del periodismo, lo despidieron –obviamente–. Un crítico comentó: la ironía de esto es que en un universo paralelo me puedo imaginar a Stephen Glass como un novelista reconocido, exitoso y hasta respetado, porque es buen escritor de ficción.

Lo mismo con este adolescente asesino que hoy también está muerto. En un mundo paralelo, bizarro, me lo puedo imaginar peleando por el ejército alemán en Afganistán, matando 16 talibanes en lugar de 16 estudiantes y académicos, recibiendo medallas de honor y devuelto como héroe de la guerra. Sólo que la cultura del asesinato tiene sus matices y, en este mundo, su crimen es imperdonable.

Está claro que no es lo mismo matar gente inocente que a otros asesinos como son los talibanes, pero lo cuestionable es la cultura del homicidio como recurso en la vida, la cual es alentada por los gobiernos y las sociedades de todo el mundo con sus fuerzas armadas, que en lugar de poner ejemplo, se van a las manos y a los balazos con quienes piensan diferente a ellos.

Tal vez sea verdad que todo depende del contexto, quizá este niño psicópata, en otro espacio, en otro tiempo, hubiera sido un militar ejemplar del ejército alemán.



Para resaltar…
En México matan 1000 personas en 57 días y es normal, en Alemania matan a 16 en un día y es indignación mundial.
Foto de AP. Fuerzas especiales alemanas afuera de la escuela donde ocurrió la masacre, en Winnenden.
Por Válek Rendón

No hay comentarios.:

Publicar un comentario